Menuda ironía

Viernes, 17 Febrero 2023 21:09

Ha causado las consiguientes reacciones entre la clase política el nuevo deslinde del malecón de Sierra Menera, que extrae la práctica totalidad de este suelo del dominio público marítimo terrestre, mientras las casas de Menera, por ejemplo, se quedan dentro. Roberto Rovira, portavoz de EU, calificaba de «pelotazo promovido por la administración» la decisión adoptada por parte del Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico; el líder de IP, Manuel González, mostraba su indignación ante «La falta de acción política por parte del alcalde de Sagunto», mientras que el portavoz de Compromís, Francesc Fernández, llamaba a la manifestación. Sin embargo, hay que ver los antecedentes.

Acuérdense que fue sobre el año 2008 cuando se presentó en este pueblo el entonces delegado del Gobierno en la Comunitat Valenciana, Ricardo Peralta, con un proyecto de paseo marítimo nuevo, que incluía el malecón como espacio público, y un presupuesto de 20 millones de euros de la época. También se contemplaba retirar de la playa del Puerto 400.000 metros cúbicos de la arena sobrante junto al puerto marítimo para las playas del norte, la de Almenara y las de Almardà, Corinto y Malvarrosa, en un trasvase que se prolongaría por varios años.

Entonces gobernaba en el Ayuntamiento de Sagunto el PP en un pacto con Iniciativa Porteña. Ambos se opusieron por tierra, mar y aire a esta actuación. Aunque con matices, casi todo el mundo estaba de acuerdo, desde los sindicatos a las asociaciones de empresarios o comerciantes, pasando por las vecinales y hasta los ecologistas. Ni que decir tiene que con buena voluntad se hubiera sacado adelante aquel proyecto, pero había un problema insoslayable, que en la ecuación entraba el malecón de Sierra Menera como un espacio verde para uso y disfrute de la ciudadanía, de los porteños. Según la hemeroteca de El Económico, el entonces alcalde del municipio, Alfredo Castelló, lo dejó bien claro: «El malecón tiene importancia como un espacio a potenciar, pero está por decidir cómo». Aquí estaba la clave, porque el proyecto de Costas ya había definido que aquellos terrenos iban a ser para esparcimiento y no para construir hoteles ni pisos. A partir de aquí se orquestó una campaña bajo el eslogan «Salvemos la playa», ¿se acuerdan? Menuda ironía.

El final lo conocen todos, las playas del norte están hechas una calamidad, el paseo marítimo está viejo, estropeado y manteniendo, incomprensiblemente, ‘cargas’ heredadas del pasado. En el malecón construirán pisos cualquier día. En Prosagunsa, que es la empresa propietaria, no han cambiado de pensamiento, tienen la intención de levantar cientos de viviendas, las que les permita el aprovechamiento urbanístico. Menos mal que salvamos la playa, ¿verdad? Lo he dicho alguna vez y lo vuelvo a repetir, este pueblo no tiene solución.


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