A menudo creo que estoy haciendo un ejercicio permanente de masoquismo, cuando no me abstengo de leer hasta el final los artículos de opinión que en este, o en otros medios, deslizan políticos locales y personas que a todas luces se ve que pertenecen a la derecha menos imaginativa y más atormentada por no estar ellos gobernando.
Intento sacar alguna opinión, alguna palabra positiva, me esfuerzo por encontrar algo que merezca la pena resaltar, pero no hay nada. Todo es crítica despiadada. No hay ninguna propuesta positiva. Todo lo llevan al mismo terreno, al mismo final. Empiecen como empiecen el artículo, al final lo conducen a lo mismo: Lo nefasto del gobierno de Sánchez. Lo mal que lo hace todo. ¿Por qué ha tenido que unirse a los podemitas, cuando sólo nos traen calamidades? ¿Por qué buscan los apoyos de los filoetarras de Bildu y de los independentistas catalanes, que nos quieren llevar a la ruina, a la separación y a la fractura del país?
Y así un día y otro. No tienen hartura. No hay más imaginación. No son capaces de hablar de otros temas, de hacer una crítica constructiva, de aportar soluciones racionales, de utilizar un lenguaje menos soez. Están instalados en lo grosero, en lo ordinario, en lo insociable, en lo insolente, en lo lenguaraz. Su vileza abarca cotas inimaginables. Se sienten heridos por la democracia y destilan sólo rabia. Creen que les han robado el gobierno del país, o el propio país. No son capaces de pensar que en democracia, cuando no se tiene una mayoría suficiente, existen las concesiones y los acuerdos entre partidos, y que para llegar a esos acuerdos todos han de ceder.
Pero además no tienen memoria, o no quieren tenerla. No recuerdan a Aznar, cuando pactó con los catalanes, y decía que él en la intimidad hablaba en catalán. ¿Qué pasa, que aquellos catalanes eran diferentes a los de ahora? Pues no, eran los mismos, con las mismas ideas y con las mismas pretensiones. Pretensiones con las que podemos estar de acuerdo o no, pero que son muy legítimas.
¿No recuerdan cuando el mismo Aznar dijo que había enviado a alguien de su gobierno para pactar con ETA? ¿No recuerdan que a ETA le llamaba Movimiento de Liberación Nacional Vasco?
En aquella época se tenía como única meta, el que ETA dejara de matar y se reconvirtiera en grupo político, para defender su ideología desde una posición pacífica. Ahora, que ya se ha conseguido eso —y durante un gobierno socialista, no debemos olvidarlo—, resulta que los de Bildu son más malos que nadie.
No hay límite para la acritud de sus palabras. Sólo tienen un norte: Desprestigiar a costa de lo que sea a todos aquellos que no piensan como ellos. Acabar con su gestión de la forma que sea, aunque sea desde la más aguerrida, atropellada y violenta de las posiciones. Y eso no es, desde luego, democrático.
No pretendo con estas palabras bendecir todo aquello que parte del socialismo de Sánchez. No es esa la idea, porque, entre otras cosas, entiendo que el PSOE no es un partido de izquierdas, sino de centro, es decir, busca la estabilidad y el equilibrio, y detesta el enfrentamiento.
Todas las medidas sociales que durante los últimos cuarenta años se han promulgado, y todos los nuevos derechos que hemos adquirido, han partido siempre de la izquierda, esa que tanto detesta la derecha. Y recordemos que tener unos derechos sólo significa que los que lo deseen los pueden utilizar. Las leyes del divorcio, del aborto, del matrimonio entre personas del mismo sexo, la eutanasia, la subida de las pensiones y del salario mínimo profesional, todas esa leyes están ahí para beneficiar a la población, y no sólo han partido de gobiernos socialistas, sino que lo han hecho con la oposición permanente de la derecha, esa que saqueó la hucha de las pensiones (no debemos olvidarlo). Así que, que no vengan ahora a declararse los patriotas que quieren salvar al país, que cuando han gobernado, sólo se han salvado a ellos mismos. Y eso es lo que siguen pretendiendo.
