Servidumbres

Lunes, 30 Enero 2023 11:57

No estuve allí para preguntarle, pero dicen que Luccio Anneo Séneca llegó a manifestar —supongo que como conclusión de observaciones y vivencias— que «No hay servidumbre más vergonzosa que la voluntaria». No sé por qué, bueno, sí lo sé, he elegido esta frase para iniciar esta Columna de Cascorro, que no puede presenciarse por aquí como quisiera pues las obligaciones ineludibles hacen que la cabeza no esté para muchos trotes. Creo que la servidumbre de, por ejemplo, nuestro presidente autonómico respecto a la llamada “gigafactoría” de la multinacional VW es palmaria. Dice que la van instalar en este Pueblo-Ciudad elegido por algunos dioses —nada inocentes—. Caída como un maná solucionador de todos los males que le aquejan. Paralelamente, ve en ello una manera electoral de salvar el culo político personal —lo creo—; del de su Partido, y del llamado Gobierno del Botánico. Sus alumnos locales, aventajados y dóciles, pese a todas las apariencias y teatros, se prestan gustosos a la servidumbre voluntaria para obtener el mismo ok de sus vecinos y vecinas. Si acaso, pelean por más euros por m2 para sus votantes potenciales.

Dice un refrán manchego que «no hay hombre sin hambre», lo que dicho así algo tiene de cierto. Pero está mal repartido, se me antoja añadir. Fruto de las dificultades cíclicas del Capital, estamos —según todos los indicios— ante una de esas fases. Algunos la analizan como definitiva para la existencia del mismo. Pero es verdad que, a pesar de sus ansias de acumulación y ganancia, lo que le llevaría a su autodestrucción, ha demostrado tener resortes y salidas para seguir triunfante con “lo suyo”. La cruel guerra ha sido una de esas salidas. Y repartir la deuda entre los pueblos de sus vergonzantes y serviles dirigentes, ahora llamados “representantes”. Y sí: el Pueblo, o parte de él, al menos, tiene hambre, hambre, y necesidades inoculadas. Por tanto, casi es ineludible que se ponga a aplaudir, le entre la ansiedad y la impaciencia. Mientras, pareciera que está dispuesto a asumir los aumentos de los alquileres, la vivienda, la cesta de la compra, el valor de sus inviables explotaciones naranjeras, las perspectivas de negocio y… seguir votando a los mismos gestores políticos, con sus ideologías y políticas planas, aduladoras, mentirosas, de distracción y engatusamiento.

Como era de esperar, los medios, voluntariamente o por necesidad, también por ineludible presencia, día sí y día también, incluyen —tienen que incluir— en sus tabloides en papel o en digital, tan pingüe inversión, tan generosa aportación pública, tan rica miel, tan eficiente gestión, tan buen rollito entre “inversores”, autoridades políticas, gestores, funcionarios, partidos y sindicatos…”. Relatan a diario sus comparecencias, viajes, declaraciones, actuaciones diligentes, equilibradas (sic), generosas; adornado todo ello, si acaso, con cifras mareantes, 15.000 empleos, por ejemplo, y “chiquinientosmil” milloncejos de nada entre aportaciones privadas y públicas.

De análisis, de poner en relación y perspectiva sobre lo que hay detrás de cada “impulsor” altruista, nada de nada. De los recursos finitos de la Tierra; de la rapiña de los recursos naturales en fase de apropiación; de la inviabilidad de ciertas producciones a futuro; de cuánto vamos a tener que aportar los de abajo para que sigan acumulando los de arriba… ¡Pupa, chache! Decía Montesquieu aquello de que «Cualquier pueblo defiende más sus costumbres que sus Leyes». Sagunto y el Puerto no iban a ser diferentes. Nos la están colando en las Directivas, Leyes de Seguridad y control, laborales, bancarias, monetarias, de ventas de armas, en programas televisivos y radiofónicos, Redes, etc. También claro, con la milonga de la “creación de miles e idílicos puestos de trabajo”. ¿Quién se podría oponer? Las vamos a pagar todas juntas, todos juntos.


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