En esta edición y en este mismo periódico, en la página de la Asociación Cultural Nautilus, se publicita la próxima sesión que se celebrará el próximo lunes 23, dedicada esta vez a los estragos, desolación y muertes causadas entre la población civil por las guerras, especialmente las producidas a mujeres, ancianos y niños. En él, firmo un artículo titulado Las Guerras y las Armas, en el que hablo del gran negocio que supone la fabricación y venta de armas, y también indico que España se ha convertido en el séptimo país del mundo que más armas fabrica… y de lo callado que se lo tienen.
¿Qué sabemos de los millones que mueven y se embolsan por estos lares no se sabe quién? ¿Qué sabemos de los oscuros intereses existentes tras esos sangrientos negocios y de las imprescindibles e innegables connivencias de nuestros diferentes gobiernos con las mafias y cárteles internacionales dedicados al substancioso negocio del tráfico de armas?
En nuestro país no es habitual hablar de estos temas, nos tienen acostumbrados a vivir ajenos a lo militar, a temas de armamento, a que eso de la guerra es algo ajeno a nosotros. Nos han enseñado, a tener una lejana percepción de que, las guerras, el armamento y la geopolítica mundial son cosas de otros países, países ajenos a nosotros. No nos vemos como responsables de nada: ni siquiera una guerra tan actual como la de Ucrania nos hace pensar en nuestra relación con ella, ni siquiera si es algo más que acoger a unos refugiados y enviar algún tipo de ayuda alimentaria y/o de abrigo.
Nadie, ningún medio de comunicación, nos ayuda a reflexionar acerca de las armas que se están utilizando y, hacernos notar que alguien las debe estar suministrando; tampoco en los millones y millones de proyectiles que se necesitan para mantener una guerra que, inesperadamente, se prolonga bastante más de lo “normal”. (si en estos temas existe algún tipo de normalidad)
Pero España no solo vende armas y municiones para esta guerra. Leí en un estudio publicado hace años, que después de la 2ª Guerra Mundial se venían manteniendo en el mundo hasta hoy, más o menos simultáneamente, alrededor de unas cuarenta guerras de variadas intensidades. Desde entonces, prácticamente intervenimos en todas ellas como parte interesada.
Eso explica que, de vez en cuando, sin que se nos dé ningún tipo de información, periódicamente, atraque en nuestro Puerto un barco cargado con armas y munición dirección Este del Mediterráneo. La desinformación es tan absoluta que, de no ser porque suelen venir algunos miembros de Amnesty International y, también, algún que otro de Greenpeace aquí no se entera nadie.
Todo lo cual parece venirle bastante bien al personal, que así puede dormir más tranquilamente… a su conciencia.
