La Eternidad

Viernes, 09 Diciembre 2022 21:08

Al instalarme en el avión, me percaté de que me había tocado el asiento con “vistas” al ala derecha. Aquello eliminaba uno de los pocos alicientes que, a estas alturas, tiene para mí el hecho de volar. Por suerte el asiento de detrás no estaba ocupado. Pasados los diez minutos de rigor que suele costar reclinar el asiento propio, me tapé con una mantita por encima y me dispuse a dormir. Cuando el avión arrancó yo ya estaba medio groggy, y, al poco, profundamente dormido.

No sé cuánto tiempo pasó, lo único que recuerdo es que estaba muy a gusto cuando muy poco a poco, en lento in crescendo, la necesidad de orinar me iba sacando del feliz nirvana en que me hallaba. No es que estuviese soñando con algo agradable, es que sencillamente me encontraba en el otro mundo, en la nada.

Después de solucionar mi necesidad fisiológica, a la vuelta a mi asiento, ya no pude conciliar de nuevo el sueño. En esta ocasión, los pequeños vaivenes del avión, el ruido de los motores, el paso de alguna azafata o pasajero, cualquier cosa, me impedía coger el hilo de aquel sueño anterior, tan profundo como reparador.

Aquello me fue llevando a unas reflexiones nada habituales en mí y todas partían del frustrado anterior sueño profundo, comparándolo con la Muerte Eterna. Pensé con satisfacción (dejando a un lado lo que es morirse o morir, el doloroso y dramático momento en el que no hay distinción entre creyentes y no creyentes) que el hecho de no vivir eternamente, debería ser todavía más apacible e inocuo que aquel recién experimentado y agradable sueño profundo. Pues no me parece tan mal, lo que no mola es sufrir o padecer.

Después, por oposición, me vino a la mente la Vida Eterna de los creyentes. Dejando aparte lo que suelo pensar normalmente acerca de esta cuestión: que indica cobardía ante la idea de la muerte; signo de soberbia, al fabricar una alternativa idealista a tu imagen y semejanza, negando reconocer que nuestra breve estancia en esta vida es equivalente a la de una hormiga, un león o una rata…

No. Esta vez pensé y comparé la Vida Eterna como alternativa, probablemente porque ya estoy bastante cerca de que la Vida (que llaman Muerte) me lleve por uno de estos caminos y… la verdad es que no me seduce nada la posibilidad de vivir eternamente en un Paraíso, en un Edén. Es que no me veo. No sé para qué querría yo ser eternamente feliz si a mí lo que de verdad me gusta es la Vida que voy a dejar atrás, Vivir… Sobrevivir… quizás Sobrevivir sea la quintaesencia de la Vida…

¿Es necesario hablar del Infierno?... yo creo que, por hoy, ya está bien de tonterías.


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