Dos ciudades

Viernes, 25 Noviembre 2022 21:07

Uno de los escasos pasos (pero muy importante) dados en favor de un análisis científico de lo que ocurre con el Clima se dio en 1988 al crear la ONU el IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos en el Cambio Climático). Este organismo viene dando desde entonces la información y las recetas más veraces y mejor contrastadas acerca del Cambio Climático. Compuesto únicamente por expertos científicos, básicamente realiza tres funciones esenciales: un grupo muy especializado observa e investiga, otro analiza resultados y extrae conclusiones y, el tercero, convierte en informes estos trabajos para que los políticos y la sociedad estemos al tanto de los cambios.

Nadie puede dudar que este no sea el mejor método posible para conocer verazmente lo que hoy podemos alcanzar a predecir. Pero estos informes, en la práctica, contradicen siempre las ideas e intenciones de los políticos, por lo que, el resultado de cada cumbre del Cambio Climático siempre tomó los mismos sinuosos caminos: alguna medida de poco calado, declaraciones rimbombantes de buenas intenciones, y, dejar para más adelante la tarea de implementar medidas efectivas para evitar daños. ¿Por qué sucede esto?: Por la manifiesta incapacidad de los gobernantes mundiales de renunciar a una premisa imperativa del capitalismo: Crecer permanentemente.

Sin embargo, científicamente, la única alternativa es DECRECER. No hay otra. Pero, eso sí, podemos elegir hacerlo de una forma ordenada y organizada, más o menos conservadora de lo más necesario e imprescindible del bienestar alcanzado, utilizando lo mejor de la ciencia y técnicas disponibles, que son muchas, y reorganizando el conjunto de la sociedad a esos efectos… o bien dejando que el DECRECIMIENTO venga de la mano de la Madre Naturaleza, con sus pandemias, deshielos, desertización, con catástrofes de todo tipo… ya tenemos especies extinguidas, otras en peligro de extinción y, ¿nosotros? ¿sabemos en qué lista estamos?

Una frase del último informe del IPCC es bien explícita: «La vida en la Tierra puede recuperarse de un cambio climático importante evolucionando hacia nuevas especies y creando nuevos ecosistemas. La Humanidad no».

Dos ciudades muy cercanas, Sharm al Sheij en el Mar Rojo y Doha en el Golfo Pérsico, separadas únicamente por Arabia Saudí se han convertido en estos momentos en los símbolos más visibles de la estupidez humana. La una por ser la sede de la más fallida “Cumbre por el Clima”, la otra por albergar el mundial de futbol más podrido de la Historia.

Lo sucedido en Egipto no tiene nombre: por primera vez los representantes en la Cumbre del Clima se han ido a casa sin ni siquiera intentar aparentar capacidad para llegar a ningún tipo de acuerdos de mínimos. Mientras, Qatar está malgastando trescientos mil millones en imagen corporativa de la necedad humana… ¿Y los pueblos?... todos a una: realizando masivamente la suerte de Don Tancredo.


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