'Nuestros cuerpos, juntos, hacen frente al miedo' es el eslogan que el movimiento feminista del Camp de Morvedre ha elegido este año para la protesta que se realiza el 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres. Es un eslogan distinto, que no se centra tanto en la necesidad de frenar la violencia machista y habla de cuerpos y de unidad para enfrentar el miedo. Es relevante que se hable de cuerpos, porque los cuerpos de las mujeres son objeto de violencia y, a su vez, son motivo de violencia.

Los cuerpos de las mujeres son objeto de violencia con cada agresión y cada asesinato, pero existen otros tipos de violencia menos visibles. Por ejemplo, la mutilación genital femenina, que supone una agresión directa contra los cuerpos de las niñas. Aunque está prohibida en la mayoría de países del mundo, se sigue practicando en la clandestinidad y miles de mujeres en el mundo continúan sufriendo esta práctica inhumana que lesiona su salud de por vida o directamente causa la muerte. También está la violencia obstétrica, la que sufren las mujeres embarazadas por parte de los profesionales de la salud y que por gremialismo se oculta y niega, a pesar de que son numerosos los testimonios de mujeres que la han padecido.

Estas no son, sin embargo, las únicas formas de violencia hacia los cuerpos de las mujeres a través de su salud. La falta de investigación sobre patologías que afectan específicamente a las mujeres o de investigaciones con variables segmentadas que profundicen en la forma en la que ciertas enfermedades se manifiestan de forma particular en las mujeres, perjudica gravemente nuestra salud. Según un estudio de la Sociedad Española de Cardiología, las mujeres mueren un 18% más de cardiopatías que los hombres porque se diagnostican como ataques de ansiedad lo que son ataques al corazón, con fatal resultado. Otro ejemplo lo encontramos en la seguridad vial. El Instituto Biomecánico de Valencia determinó que el diseño de los coches tiene un enfoque que excluye a las mujeres, porque las pruebas de seguridad se realizan con maniquíes masculinos, por lo que estas pruebas no tienen en cuenta la antropometría y biomecánica femeninas. Aunque existen maniquíes de prueba ‘femeninos’ solo resultan ser los masculinos a escala reducida, lo que no soluciona el problema. Al final, esto provoca que las mujeres tengan un 17% más de riesgo de fallecer en un accidente que un hombre o un 71% más de probabilidades de sufrir lesiones graves.

También el cuerpo es motivo de violencia. La presión estética afecta con especial fuerza a las mujeres, porque existe toda una industria que vive de las inseguridades de las mujeres con sus cuerpos. Pero la violencia contra los cuerpos afecta con especial fuerza a los no normativos, los que se salen de las normas y los estándares que imponen los medios de comunicación o la industria del audiovisual y que calan hasta lo más profundo de las sociedades. Lamentablemente, muchos cuerpos se encuentran con el rechazo y la discriminación, como los cuerpos gordos, trans, racializados, con diversidad funcional, no binarios, etc. Cada uno de estos cuerpos enfrenta una serie de discriminaciones y violencias específicas por ser como son.

En este 25 de noviembre, lo que también estamos tratando de decir es que todos los cuerpos son válidos tal y como son, todos los cuerpos merecen respeto. Es curioso que el cuerpo que tenemos y que nos permite vivir, sea fuente de tanto sufrimiento para una buena parte de las personas, el amor propio supone un reto especialmente grande cuando todo el sistema nos empuja a odiarnos y no a querernos. Eso también es violencia, pero juntas superamos las inseguridades. Nuestros cuerpos, juntos, hacen frente al miedo.