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Ainhoa Alberola Lorente

Una mala fecha para una mala celebración

Viernes, 14 Octubre 2022 21:06

Los miércoles suelo tener una actividad por las tardes, una actividad que me encanta y que intento no perderme nunca. ¿Quieres quedar conmigo? No puede ser el miércoles, es así. ‘El próximo día no hay clase, que es fiesta’, dijo el profesor la semana pasada. ‘¡¿Qué?! ¿Cómo? Imposible, no puede ser’ maldije para mis adentros. ‘Ah, es fiesta, sí, ¿qué fiesta es?’ dijo alguna de mis compañeras allí presentes. ‘Eso, ¿qué fiesta?’ Dijo otra. ‘El Día de Españita’, dije yo medio susurrando. Me miraron y excepto algún ‘ahh’ o ‘pss’ nadie pareció parar demasiada atención. ¿En qué país las personas no saben cuál es su día nacional? En el nuestro, claro. Pero no las culpo, para nada, y es que la celebración del 12 de octubre es un despropósito de arriba abajo y ni siquiera me quiero meter en una cuestión de sentimientos nacionales.

No me extraña que se sienta un tanto ajena en estas, nuestras periferias mediterráneas, una celebración que se concentra en Madrid. Tampoco que no nos interpele a nosotras, personas normales y corrientes, un evento que se centra en la exaltación belicista y de una opulencia considerable. Como si toda la identidad de un país se resumiera en su ejército, bastante pobre, ¿no creen? Escuchaba el otro día en un programa de radio que España es un tanto particular en la celebración de su día nacional con respecto a otros países, que directamente prescinden de desfiles militares y optan por hacer conciertos y celebraciones en la calle. Hasta desde el punto de vista de quiénes quisieran que todo el mundo se sintiera muy español y mucho español, me parece mejor estrategia de seducción, la verdad.

Por otra parte, resulta imposible obviar que el día decidido para celebrar nuestro país sea el 12 de octubre, en conmemoración de la llegada de Colón a América o el inicio del colonialismo español, genocidio de los pueblos originarios, saqueo de su riqueza, violaciones a las mujeres indígenas, imposición de la fe católica, Santa Inquisición mediante, y un largo etcétera. Claro, a mí también me enseñaron de pequeña en el colegio que el 12 de octubre de 1492 se descubrió América, me instruyeron en la historia de los ganadores, de los que empezaron a hablar de un descubrimiento, como si antes allí no viviera nadie. Me contaron que aquello fue una fuente de prosperidad para el Imperio Español, obviando en gran medida el dolor y muerte que supuso. Los días nacionales suelen elegirse con base en hitos fundacionales de una nación y resulta bien triste que el nuestro tenga que ser el 12 de octubre, que celebremos la colonización y su consecuente opresión y expolio de los pueblos originarios.

La España que se celebra el 12 de octubre no es la de todos y todas, es la de una minoría que aplaude el desfile militar mientras vive del delirio imperialista del pasado, que es conservadora, inmovilista y excluyente. Patriotas de pandereta que abuchean e insultan al presidente del gobierno solo si no es de los suyos, porque son todos muy patriotas hasta que les toca atacar la decisión democrática del país. Podríamos abandonar el 12 de octubre y elegir otro día señalado que interpele a más gente. Tenemos, por ejemplo, el 6 de diciembre, Día de la Constitución, en el que podríamos elegir celebrar el inicio de nuestro Estado democrático. O el 19 de marzo, cuando en 1814 se promulgó la Constitución de Cádiz, la primera constitución. Podríamos celebrar la democracia en vez del imperialismo y, por tanto, reivindicar lo diversa, plural y acogedora que es España. Porque el 12 de octubre no es España, hay más España en el 8 de marzo de las mujeres, el 28 de junio del colectivo LGTBI o el 18 de diciembre de las personas migrantes. Hay millones de toneladas más de dignidad y motivos para el orgullo en todos los colectivos oprimidos que se levantan y salen a las calles a reivindicar sus derechos y hacernos un país mejor que en los tres trasnochados que un día al año se juntan para babear con la cabra de la Legión y soltar improperios al presidente del gobierno.


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