Diseño de ciudad

Viernes, 16 Septiembre 2022 21:09

Un año más, vamos a celebrar la Semana Europea de la Movilidad, que se desarrollará entre el 16 y el 22 de este mes. La verdad es que la iniciativa es útil, si acaso, para recordar nuevamente las múltiples carencias que tiene el municipio de Sagunto y los pocos avances que se han producido en esta materia, porque siempre se localizan, poco más o menos, los mismos problemas y en los mismos lugares. Por tanto, al margen de las buenas intenciones, que seguramente las habrá, esta celebración tiene más de postureo que de otra cosa, al formar parte del andamiaje que sostiene ese relato de corte progresista, moderno y verde, pero absolutamente hueco.

Sin embargo, obras son amores y no buenas razones. La política urbanística que se ha venido desarrollando en el municipio de Sagunto es la responsable de que sea necesario coger el coche para casi todo. Esto no es por casualidad, ni, desde luego, responde a criterios de eficiencia o a la defensa del interés general. Nada de eso, aquí se ha venido impulsando un modelo de ciudad que, ante todo y por encima de todo, perseguía frenar cualquier intentona segregacionista, mediante la unión física de los dos núcleos de población, es decir, Sagunto y el Puerto. Ahí está, por ejemplo, el barrio de Bajo Vías o más recientemente el Fusión, con el que, en su momento, se favorecieron ambiciosos intereses especulativos. Esta urbanización quedó ahí para sellar la unificación del entramado urbano. Así, con ese modelo tan contrario a los intereses de la ciudadanía, hemos llegado a la ciudad lineal, centralizando todo en medio de ninguna parte para que los desplazamientos tengan que ser inevitables. Eso sí, a pesar de los esfuerzos que se han hecho y de los millones de euros que se han invertido, Sagunto y el Puerto son y seguirán siendo dos cascos urbanos consolidados y, al mismo tiempo, separados por una mole de complejos comerciales y de la administración. Es lo que se quería, ¿no?

Entretanto, las carencias en materia de movilidad siguen ahí. Los carriles bici esperan que les llegue su hora, siempre se incluye alguna partida en los presupuestos, pero, luego, como no hay disponibilidad, se quedan aguardando a mejor oportunidad. Así, en esas condiciones, es difícil que la gente se anime a coger la bici. ¿Y qué decir del transporte público? Muy mejorable, ¿no? Resumiendo, todo este relato progresista, moderno y verde, sirve para poco si no se ejecuta, así que un poquito menos de postureo y un poco más de inversión continuada para impulsar estos proyectos y subsanar tanta deficiencia. Esa será la mejor receta para seguir avanzando, porque, no llegaremos muy lejos sin inversiones y criminalizando a los que usan el vehículo privado, que es, hasta el momento, lo que se está haciendo.


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