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Ainhoa Alberola Lorente

Solidaridad intergeneracional

Viernes, 16 Septiembre 2022 21:07

El diálogo intergeneracional es tan enriquecedor cómo necesario. Aborrezco profundamente a las personas que desprecian a otras generaciones porque tienen otras formas de vivir, creencias o hábitos. En otras ocasiones ya he hablado en esta columna sobre adultismo, porque en mi condición de persona joven es algo que vivo y veo a diario, la agresividad general que existe hacia las personas jóvenes y nuestra forma de vida o cómo se desprecia todo lo que tenga que ver con las jóvenes, desde la música hasta las redes sociales. Son prejuicios absurdos y mucha incomprensión hacia otras formas de estar en el mundo. Pero del mismo modo, también observo la gran violencia sistémica que existe contra las personas mayores. En un sistema económico y social que pone la productividad ante todo, incluso antes que la propia vida, parece que las personas mayores sobran porque ya no producen. Se olvida rápido cuánto han aportado y siguen aportando a nuestra sociedad y es francamente triste.

Intento, cada vez que tengo ocasión, conversar y aprender de los puntos de vista y experiencias vitales de personas más mayores. Precisamente, el otro día, el señor Felipe, de 90 años —que sé que es fiel lector de prensa y de este medio en particular— me habló de los múltiples problemas que ha tenido con su entidad bancaria. Primero, porque han cerrado la oficina que tenía más cercana a su casa y le toca pegarse una buena caminata para hacer cualquier gestión. La segunda, porque ahora para hacer algunos trámites le obligan a tener la aplicación móvil y él no tiene un smartphone ni quiere renunciar a su sencillo dispositivo que le sirve para llamar y mandar mensajes. La innovación digital no puede imponerse a martillazos y coartando la independencia de las personas mayores, que quedan excluidas y pasan a depender de familiares u otras personas para realizar cualquier gestión (y eso quiénes tienen la suerte de contar con ayuda). Y no solo las personas mayores, también quedan fuera las personas con menos conocimientos digitales o sin acceso a la tecnología. La brecha digital sigue muy abierta.

Las entidades bancarias están empujando a sus clientes a que se hagan sus propias gestiones mediante Internet para poder cerrar sucursales y despedir al personal, todo para satisfacer la avaricia de ganar y ganar más. En 2021 la banca española ganó 20.000 millones de euros y espera seguir ganando aún más este año gracias a la subida de los tipos de interés, pero parece que nunca es suficiente. Los magnates de la banca ya han manifestado que rechazan de plano el impuesto que propone el gobierno para gravar los beneficios de sus entidades, alegando que eso destruirá empleo. Lo dicen tranquilamente mientras liquidan sucursales y despiden empleados. Lo dicen después de que las personas contribuyentes les pagáramos un rescate que no han devuelto y a costa del saqueo de la caja de las pensiones. Otra muestra flagrante de falta de solidaridad intergeneracional. Mi generación no sabe si tendrá pensión y las siguientes ni tan siquiera dudan de que no la tendrán. Mientras tanto, lo cierto es que muy pocas personas jóvenes nos implicamos en la lucha de los y las iaioflautas, que reivindican y luchan por las pensiones de todas.

Como ven, hay muchísimos motivos por los que deberíamos de impulsar la solidaridad intergeneracional, empezando porque mejoraría la convivencia en sociedad. Pero también se me ocurre un motivo muy muy poderoso: salvar el planeta y evitar las consecuencias del cambio climático. Las personas mayores son un colectivo de riesgo ante las olas de calor y sé que este verano lo han pasado francamente mal: problemas para respirar, para conciliar el sueño, peor circulación y un largo etcétera. Miles de personas mayores se han pasado el verano encerradas en casa, con el deterioro que eso conlleva para la calidad de vida y la cifra de las muertes atribuibles al calor en 2022 en España ya va por 4.700. Es terrible. Por otra parte, las personas jóvenes seremos las que sufriremos en los años venideros veranos cada vez más sofocantes y, en general, fenómenos climáticos cada vez más extremos. Quién sabe si incluso acabaremos siendo personas refugiadas climáticas. Las personas que habitamos el planeta hoy incluso tenemos que ser solidarias con las generaciones que aún no han llegado. Basta ya del razonamiento egoísta de pensar solo en lo inmediato, porque los problemas climáticos que estamos generando hoy los estamos sufriendo ya, pero incluso nos sobrevivirán y lo harán en peor medida si nada cambia. Todas las generaciones, presentes y futuras, merecemos un planeta sano que habitar con salud y bienestar.


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