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Ainhoa Alberola Lorente

Los periodistas y las cloacas

Viernes, 15 Julio 2022 21:06

El periodismo es una profesión absolutamente desprestigiada y así lo demuestran diferentes encuestas que aseguran que la ciudadanía cada vez desconfía más de periodistas y medios de comunicación. En la peluquería, en el supermercado o en el bar he escuchado hablar de las personas profesionales del periodismo en unos términos altamente despectivos, como si los y las periodistas fuéramos de lo peor de la sociedad. Aunque yo soy periodista de formación, no quiero ser corporativista —porque hay mucha tendencia a serlo— y diré que seguramente nos lo hemos ganado a pulso. No tanto por un mal hacer generalizado de la gente de la profesión que, como en todo, los hay mejores y peores, sino especialmente por la configuración de la estructura comunicativa en grandes corporaciones mediáticas oligopolísticas sujetas a los intereses de las empresas accionistas o de los bancos acreedores. En la base de la pirámide jerárquica están los ‘plumillas’, muchas veces sujetos a unas condiciones de total precariedad que hacen que no puedan desarrollar su trabajo en los mejores términos.

Después están los capos de la comunicación, jefazos de los grandes medios que se han tomado muy en serio su rol de cuarto poder y piensan que deben utilizar su influencia para construir o destruir carreras políticas. Cómo no, me refiero al audio de Antonio García Ferreras, director de informativos de La Sexta y presentador de Al Rojo Vivo, que hablando con el excomisario Villarejo confiesa que difundió deliberadamente información falsa sobre Pablo Iglesias y Podemos. Esta información llegó a La Sexta mediante Eduardo Inda, director del medio de fake news Ok Diario, ¡imposible saber que esa información iba a ser falsa viniendo de un medio tan tan ‘fiable’! Ahora Ferreras da pobres excusas como que en el momento que dio la información no sabía de su falsedad, que se trató con presunción o que se dejó hablar al afectado Pablo Iglesias. Es decir, plenamente consciente de que aquello era una ‘bacalada’, como dice el propio Ferreras en el audio, convino emitir la información porque ‘difama que algo queda’. Ferreras decidió dejar de ser un periodista y pasar a ser un brazo más de las cloacas que operaban contra el cambio político en el país.

Esto no es una excepción, ha sido la tónica general, un mecanismo bien engrasado para fabricar en masa noticias falsas sobre Podemos y su financiación para sembrar la duda y hacer mermar electoralmente a la formación y similar suerte han corrido varios líderes independentistas. La máquina del fango —que tan acertadamente denominó Umberto Eco— puesta a todo trapo. El supuesto escándalo de corrupción, financiación ilegal o lo que sea aparece en portadas y abre telediarios, pero después, cuando las causas se desestiman o las informaciones se revelan como invenciones, apenas ocupan unas líneas o segundos de información, cuando no directamente el desmentido o resolución no aparece por ningún lado. Así, lo que queda en el imaginario popular es un relato que nada tiene que ver con la realidad, ya no es que únicamente llega la primera parte de la historia, es que al final, repetir de forma machacona dos conceptos como ‘Podemos’ y ‘financiación ilegal’ acaba surtiendo efecto. Las causas contra Podemos archivadas ya rozan la treintena, una cifra así solo se entiende dentro de una campaña de acoso y derribo.

Todo esto sumando la escasa educación mediática de nuestra sociedad, que nos hace carne de cañón de este tipo de montajes. Recuerdo que una vez en los comentarios de esta columna en este medio de comunicación, una persona me acusaba de no ser objetiva. Claro, una noticia debe tener, al menos, pretensión de objetividad, pero no una columna de opinión, que es precisamente eso, una opinión subjetiva que puede estar más o menos fundamentada con datos e informaciones. La conclusión es que muchas personas no conocen los géneros periodísticos básicos y pueden confundir opinión con información e información con opinión. En una época en la que la exposición que tenemos a los impactos mediáticos es abismal, no se explica la falta de educación mediática que existe en la sociedad ni su ausencia en los planes de estudios de la educación formal. Este es el abono perfecto para el consumo acrítico de información y el florecimiento de las fake news.

Por supuesto, además de una mejor educación mediática, los ciudadanos y ciudadanas deberíamos de tener acceso a una información plural y veraz, es esencial para que la democracia funcione. Las manos que dirigen los medios en este país deberían ser más diversas y no sujetas a ‘florentinos" o ‘grupos planeta’ de turno que dirijan el destino sociopolítico de nuestro país. También la desinformación y la mentira deliberada deberían de tener algún tipo de castigo para periodistas y medios que utilicen estas malas artes que acaban echando por tierra la imagen de todos los profesionales de la comunicación. Necesitamos un periodismo que más que un cuarto poder y sea un contrapoder, que cuente, analice, critique y fiscalice al poder, con lealtad hacia el público y compromiso con la democracia.


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