Todo el mundo debería de hacer teatro

Viernes, 17 Junio 2022 21:06

Toda la vida llevo queriendo estudiar actuación o unirme a un grupo de teatro, pero nunca veía el momento. Por fin, este año lo vi claro y me inscribí en la Escuela Municipal de Teatro de Sagunt y tengo que decir que es una de las mejores decisiones que he tomado en la vida. Esas dos horas en las que me junto con mi grupo de primero de formación actoral y nuestro profesor Sergi son como una píldora de felicidad tomada cada siete días. Quizá me llamarán exagerada, pero es que hacer teatro es maravilloso. No solo por lo evidente, aprender a actuar, que es precioso en sí, sino también porque la actuación forja un montón de habilidades de lo más útiles, desde hablar en público hasta mejorar la postura. Aunque seguramente una de las capacidades más importantes que te da la actuación es la de la empatía. Para actuar hay que empatizar muchísimo, con tu personaje, con la situación que estás representando, con los compañeros y compañeras de escena… Y tener capacidad de empatizar siempre te hace mejor, de hecho, si todos y todas tuviéramos un poco más de empatía —especialmente los poderosos— el mundo sería, sin lugar a dudas, un lugar mucho más amable.

Particularmente los jóvenes millennials y centennials deberíamos de hacer teatro. No quiero hablar por todos y todas, pero la verdad es que somos un par de generaciones con poca capacidad de atención y de concentración y aún menos paciencia. El primer día de teatro, al entrar, nuestro profesor nos pidió apagar el móvil y quitarnos los relojes y, aun así, esas dos horas pasaron volando y es que cuando cruzas la puerta de clase te sumerges en otro mundo. Claro que a veces he sentido que mis pensamientos o preocupaciones eran como una mochila pesada y a veces complicada de quitar, pero con mucha concentración, al final, siempre ha sido posible, ¡y lo dice alguien que no ha sido capaz de meditar en su vida! Por eso, el teatro también es como una terapia contra la ansiedad de esta vida acelerada en la que corremos sin parar y que, además, te permite deshacerte de la coraza que te impone la sociedad: ‘tienes que ser una persona adulta, tienes que comportarte, no puedes hacer tonterías…’ y, de repente, en la clase de teatro, puedes ser un animal salvaje o un hada del bosque; cantar, bailar, jugar y reírte hasta que duele el estómago.

Además, tengo que decir que he aprendido a confiar en el proceso, pues como buena millennial soy ansiosa e impaciente, sí, de esas que cuando quieren aprender algo nuevo esperan que se le dé perfecto al instante. Esto de la actuación es todo un desarrollo que va poco a poco. Todavía no sabemos ni una milésima parte de todo lo que podríamos saber, pero que, viendo estos días los ensayos que estamos haciendo para nuestra obra final de curso, hemos avanzado muchísimo. Por cierto, estaremos los días 24 y 25 de junio a las 19 horas en la Casa de la Cultura representando un homenaje a Shakespeare.

La Escuela Municipal de Teatro no solo es una enorme oportunidad para las personas que pasamos por ella, también es un motor cultural impresionante para la ciudad. De la Escuela salen cada año excelentes actores y actrices, algunas de ellas fueron, precisamente, las que me recomendaron que iniciara este curso. La Escuela no para de generar arte y nuevos artistas que después encuentran un hueco en la programación cultural de la ciudad. Como dijo el dramaturgo porteño Paco Zarzoso en un taller que tuvimos con él, el agua que bebemos en esta comarca debe de tener algo especial porque de aquí no para de salir gente especialmente talentosa y brillante.

Ahora bien, me gustaría que la Escuela de Teatro también fuera un poco más accesible. Soy consciente de que lo que pagamos es poco para la formación de calidad que recibimos y que costaría una fortuna en una escuela privada, pero ¡para eso son los servicios públicos!. La tasa de 140 € hoy en día es un esfuerzo para más o menos cualquier economía y, desde luego, puede resultar una barrera para personas con pocos recursos. El teatro tiene que ser para todos y todas y lo económico no puede ser un motivo de exclusión. Una apuesta por la cultura en la ciudad no solo pasa por tener la mejor programación, sino también por dar un apoyo firme a la formación de nuevos artistas que serán el futuro de la cultura en la comarca.


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