Imprimir esta página
José Manuel Pedrós García

La Caja de Pandora

Viernes, 17 Junio 2022 21:05

La mitología griega nos habla de la Caja de Pandora como un curioso regalo de los dioses, que define la astucia y la vileza de los moradores del Olimpo.

Cuenta la leyenda que el titán Prometeo robó el fuego de los dioses y se lo entregó a los hombres para que lo usaran, dándoles también el arte de la metalurgia. De eso, los porteños sabemos algo, por lo que podríamos decir (quizá en un alarde de arrogancia) que somos los sucesores de los titanes, o al menos aquellos a los que Prometeo les confió el arte del tratamiento del hierro y el acero.

Sin embargo, a los dioses les sentó muy mal que aquel personaje les robara su fuego de una forma tan descarada, sobre todo para entregarlo a los hombres, que a saber qué destino le iban a dar (es lo que ocurre en la actualidad con la religión, ya no se le da el valor, ni el poder, que tenía hasta el siglo pasado, y los ministros de Dios andan un poco desorientados, pensando qué pueden hacer para recuperar su fuerza y su autoridad, por eso, a menudo, hablan de política en sus homilías).

Zeus le impuso como castigo a Prometeo el que todos los días un águila se fuera comiendo poco a poco el hígado del titán que, desamparado, yacía encadenado a una roca. Pero Zeus pensó que su osadía había sido mayúscula y quiso compensar a Epimeteo, hermano de Prometeo, con un valioso regalo; y le entregó como obsequio de los dioses a una compañera: Pandora. Ésta fue dotada con todos los encantos que los olímpicos podían proporcionarle: Afrodita le dio la belleza, Hermes la elocuencia, Atenea la sabiduría, Apolo la música, y así hasta completar todas las mejores virtudes que una joven puede poseer.

Cuando Pandora se presentó ante Epimeteo, lo hizo acompañada de otro regalo de Zeus: una caja cerrada, que bajo ningún concepto debía ser abierta. Epimeteo, deslumbrado ante la gracia y la belleza de Pandora, ignoró la promesa hecha a su hermano Prometeo de no aceptar jamás regalo alguno de los dioses del Olimpo, pues eran astutos y traicioneros (hasta hace bien poco, también el Dios cristiano era vengativo y cruel, y nos podía enviar al infierno por cualquier tontería, pero ahora nos hemos hecho adultos y ya sabemos lo que son los cuentos).

Epimeteo la aceptó como compañera, recibiendo al mismo tiempo la caja que la acompañaba, que escondió en un lugar seguro. Pero la curiosidad, contra la que no estaba vacunada Pandora, pudo con ella, y un día que Epimeteo dormía le robó la llave del lugar donde escondía la caja, y la abrió para curiosear su contenido. Al levantar la tapa, su desilusión fue enorme al encontrarla vacía, pues en ese mismo momento escaparon de ella todas las desgracias y males que podían afectar a los seres humanos, extendiéndose por el mundo enfermedades, sufrimientos, guerras, hambre, envidia, ira, etcétera. Pero todavía le dio tiempo a vislumbrar en el fondo de la caja algo que aún no había escapado, y corriendo la cerró. Lo que pudo conservar en el fondo de la caja fue la Esperanza, que no consiguió escapar. De ese modo fue sellado el destino de todos los hombres, que a partir de entonces padecieron toda clase de males; pero aun así, e incluso en medio de las más terribles calamidades, siguen conservando la Esperanza.

Cada día destapamos todos nuestra particular caja de Pandora, y cada día somos capaces de enfrentarnos a los demás con nuestra lengua afilada, con nuestros ademanes impropios, con nuestra argucia o con nuestra verborrea inadecuada, y no hablo de intereses económicos, ni del afán de determinados países por conquistar a otros que tienen petróleo o toda clase de riquezas naturales, y que argumentando razones de estado, razones humanitarias o razones democráticas, invaden esos países con el fin último de saquear sus riquezas.

Afortunadamente, muchos hemos cerrado a tiempo nuestra particular caja de Pandora, porque aún nos queda la Esperanza.


Si le ha interesado esta información, puede unirse a nuestro canal de Telegram y recibirá todas las noticias que publicamos para el Camp de Morvedre. Síganos en https://t.me/eleco1986

Lo último de José Manuel Pedrós García