Los zánganos

Viernes, 10 Junio 2022 21:08

No quiero, no consiento que me engañen más. En esto no: ¡Ya está bien! Llevan años intentando convencerme de que las clases pasivas, los jubilados y otros, somos culpables de todo, una rémora, una insoportable carga para las arcas del Estado… ¡¡Gentuza!!

Ahora resulta que vivir más y mejor no es un avance para la Humanidad, ya no es un objetivo, una meta. Si hacemos caso al INE, a los portavoces de los grandes partidos, esos que se denominan a sí mismos de gobierno, o a los sesudos tertulianos de las más importantes y grandes cadenas, resulta que los viejos, jubilados o no, somos perjudiciales para el Estado. Publican y comentan las inquietantes estadísticas propiciadas por el Banco de España, nos dicen que la Esperanza de Vida está por encima de los ochenta años y que eso es malo, que convierte al sistema de pensiones en insostenible. Dan a entender muy claramente que esto se tiene que ir acabando, tan claramente que incluso algunos tontos (de ellos será el reino de los cielos) se vienen como avergonzando y convenciendo de, que ya está bien de chupar de la teta.

Maravilla que los chupócteros de toda la vida, gentes que jamás le han dado un palo al agua, nos acusen y traten de vestirnos de antisociales precisamente a los que nos hemos dejado la piel durante nuestra dura y siempre difícil etapa laboral. Indigna que muchos de los que, como yo mismo, empezamos a trabajar a los catorce años y lo hicimos sin parar mientras la edad y la salud nos lo permitió, tengamos que soportar que ese coro de sinvergüenzas disfrazados de técnicos, se pongan la sotana virtual y nos vengan a decir que el Sistema de Pensiones se cae por nuestra causa, que vayamos haciéndonos a la idea de que esto es insostenible y que lo de cobrar se va a acabar… Lo dicho… ¡¡Una gentuza!!

Maravilla que lo que, para mentes sanas y juiciosas, es todo un mérito a la vez que una fortuna, como lo es el hecho de que una sociedad alcance la posibilidad cierta de gozar de lo obtenido gracias al progreso, esfuerzo y tesón de generaciones, signifique para otros un peligro… o ¿es que no quieren perderse otra sabrosa tajada?

Lo bueno que tienen las abejas es que, siguiendo su instinto y predisposición natural, eliminan a su tiempo a los zánganos, así que, nadie, en el interior de la colmena al menos, les impide repartirse la miel y entregar la jalea real a quienes más la necesitan. No conocemos el modo, de momento, de comunicarnos con ellas, pero el día que esto pudiese ocurrir estoy seguro de que, al enterarse de que les llamamos himenópteros, ellas contestarían:

─ Y nosotras a vosotros: gilipollas.


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