Tener la regla

Viernes, 20 Mayo 2022 21:06

La menstruación ha sido y sigue siendo un tema tabú. Recuerdo cómo en el instituto cuando alguna necesitaba una compresa o un tampón lo pedía a las compañeras en voz bajita y susurrando para que nadie se enterara. Después, el material se pasaba de mano en mano, oculto como si fuera droga en vez de un inocente producto de higiene femenina. Hace poco, estaba comiendo en un restaurante con una amiga cuando me confesó que se marchaba al baño con el bolso entero porque le daba vergüenza sacar una compresa y llevarla a la vista de toda la sala. Lo que somos hoy y cómo tratamos nuestros procesos biológicos es, sin duda, fruto de la educación que recibimos en el pasado y cómo nos hemos socializado en un ambiente hostil con la regla porque, en general, es hostil con las mujeres y todo lo que tenga que ver con ellas.

¿Qué me enseñaron a mí sobre la menstruación en el colegio? Pues poco o nada. Recuerdo que un día vinieron desde una empresa de productos de higiene femenina a darnos una charla sobre la regla. A los chicos los sacaron de la clase, porque claro, cosas de chicas, cosas sin importancia. ¡Qué más dará conocer el funcionamiento del cuerpo de más de la mitad de la población del mundo! El caso es que en aquella charla nos contaron lo mínimo, nos dieron unas muestras de productos y para casa. Efectivamente, no fue una charla, fue una acción de marketing directo. Mientras tanto, en la televisión, los anuncios de tampones y compresas nos enseñaron un maravilloso mundo en el que las mujeres con la regla son extrafelices, enérgicas y menstrúan un líquido de color azul. Spoiler: todo mentira. La tradición de este tipo de anuncios alimenta un relato romántico de la menstruación que nada tiene que ver con la realidad, además, promulga el mensaje de que la sangre de regla es tan repugnante que tiene que ocultarse.

Me alegra que estos días se esté hablando más que nunca de la regla, a sazón de la nueva ley de salud sexual y reproductiva y de interrupción voluntaria del embarazo que acaba de aprobar el Consejo de Ministros y Ministras. Esta nueva ley incluirá una incapacidad temporal pagada íntegramente por el Estado para aquellas mujeres que tengan reglas dolorosas e incapacitantes, algo que ha levantado muchas ampollas. Los señoros rápido se han lanzado a opinar sobre lo que duele o no duele la regla, eso era de esperar. Ahora bien, lo que me hastía de verdad es que haya mujeres que quieran negar este derecho a otras mujeres. Porque la regla no es igual para todas, solo hace falta un poco de empatía y de escuchar las historias de muchas que una vez al mes pasan días sin poder moverse de la cama o directamente acaban en el hospital. Estas mujeres, por fin, podrán decir en su trabajo el motivo real de su ausencia, sin miedo y con protección legal. Esta es una medida pionera en salud menstrual y un avance imprescindible que cambiará para bien la vida de muchas personas, le pese a quien le pese. Yo no tengo una regla incapacitante, pero bajo ningún concepto querría quitarle ese derecho a mis compañeras que sí la tienen, se llama sororidad.

La menstruación no es una enfermedad, pero sí que causa dolores. Estudios científicos como el que publicó la University College de Londres en 2021 apuntan a que los cólicos menstruales pueden llegar a ser tan dolorosos como un infarto. Imaginen lo que es tener un infarto todos los meses durante varios días. Además, multitud de mujeres sufren enfermedades como endometriosis o síndrome de ovario poliquístico que pueden hacer de sus reglas un auténtico infierno. Muchas mujeres han sufrido y sufren en soledad y silencio, incomprendidas por una sociedad que no habla demasiado de la menstruación y que, cuando lo hace, es sobre mitos y concepciones poco realistas. Que este debate, sirva, al menos, para visibilizar el sufrimiento de tantas y que se normalice un proceso biológico natural que es distinto para cada mujer y sobre el que todas las vivencias son válidas.

Por otra parte, la reforma introduce otros aspectos interesantes respecto a la salud menstrual, como que los centros educativos y de servicios sociales tendrán que dispensar productos de gestión menstrual de forma gratuita. Aunque todavía queda un elemento pendiente y es que estos productos tributan un 10% de IVA, es decir, no se consideran un bien de primera necesidad, cuando claramente lo son, añadiendo un poco más de peso a la carga de ser mujer. Además, la pobreza menstrual existe, hay mujeres que no pueden obtener productos menstruales cuando su uso no es opcional, porque tener la menstruación no lo es, las instituciones tienen que garantizar el acceso a este tipo de artículos con todo lo que esté en sus manos.


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