La razón

Viernes, 20 Mayo 2022 21:05

He sacado de contexto una frase que dice: «El que tiene razón, la tiene». ¿Esto es evidente, o se trata de una perogrullada? Porque ¿qué es la razón, y quién la tiene? La razón no ampara al más fuerte, sólo por ser más fuerte (ni al más listo, sólo por ser más listo), eso está claro, aunque en muchos ámbitos, y a lo largo de la historia, eso es lo que se ha impuesto: La razón por la fuerza, y da igual que la fuerza sea física o intelectual, como da lo mismo que sea política, religiosa o militar. Sin embargo, la razón también es muy subjetiva, cada uno tiene la suya, y no se pueden argumentar determinadas hipótesis porque uno esté plenamente convencido de ellas, cuando nuestro interlocutor está totalmente convencido de lo contrario.

Para los negacionistas, por ejemplo (volvemos a hablar de ellos), el Estado no puede controlarnos a todos de la manera que lo hace, ni obligarnos a ponernos unas vacunas que no deseamos. Eso —piensan algunos— es algo propio exclusivamente de este estado neoliberal que nos envuelve y que domina todo occidente; pero ¿no es también una irresponsabilidad de ellos, y el hecho de que no se vacunen puede suponer el contagio a los demás, con los que se convive o con los que uno se rodea? Seguramente, es mucho más grave esto último, que atentar contra cierta libertad individual, pues el negacionista también está atentando, y no contra la libertad del otro, sino contra su salud, y creo que en eso estriba la gravedad, pues nadie tiene derecho a agredir de esa manera, aunque sea indirecta, a los demás.

Los anti vacunas indagan en todo aquello que les permite corroborar sus teorías, y exponen documentos o datos facilitados por los negacionistas para demostrar que están en posesión de la verdad; pero con independencia de que una gran mayoría esté a favor de las vacunas, hay un dato incuestionable, los anti vacunas se contagian más, sufren más y mueren más que los que están vacunados, y aunque sólo sea un dato estadístico hay que tenerlo en cuenta por encima de otros datos. Y es lógico que los estados, o los gobiernos, fomenten el que la gente se vacune, para intentar inmunizarse en un tanto por ciento muy elevado, primero por la salud de la población en general, y segundo porque a las arcas del estado les cuesta un dinero (que hemos aportado todos) la inversión en camas hospitalarias, enfermos contagiados y personal sanitario, que, si se consigue erradicar la pandemia, se podría destinar a otro tipo de dolencias.

Pero no voy a hablar del negacionismo, ni de la pandemia que nos asola cada día con nuevas variantes, que aunque parece que no son tan graves como la primera, están ahí, y que, además, ahora que ya nos hemos despojado de la mascarilla, parece que esto sea un poco anacrónico. O, mejor dicho, no voy a hablar sólo de eso, pues todos esos que, teniendo la oportunidad de vacunarse, y los medios para hacerlo, no lo hacen (o no lo han hecho), no comprenden la cantidad de gente que en los países del tercer mundo no tienen ninguna opción y el tanto por ciento de vacunados es mínimo. Sólo por respeto colectivo, tendríamos que pensar, no ya en nosotros, ni en nuestros posibles derechos, sino en los derechos y en la salud de los demás, pues es evidente que nuestra libertad termina donde empieza la libertad ajena; y la mejor manera de tener razón en algo es comprender esas razones que desconocemos o que nos son ajenas de los demás.


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