Aborto: ni un paso atrás

Viernes, 06 Mayo 2022 21:07

Lo que está pasando con el aborto en Estados Unidos es un toque de atención, un recordatorio de que los derechos que conquistamos no son ni mucho menos definitivos y que en cualquier momento pueden saltar por los aires. Una filtración apunta a que el Tribunal Supremo de Estados Unidos —que en la actualidad se rige por una mayoría derechista gracias a Trump— pronto anulará el caso Roe contra Wade, la sentencia de 1973 que consagra el derecho constitucional al aborto. En varios Estados ya existen leyes muy restrictivas con la interrupción voluntaria del embarazo, si bien hasta el momento no la pueden prohibir por completo, se las han ido ingeniando para restringirla hasta hacerla imposible. El país de la libertad coarta la libertad reproductiva y el derecho de las mujeres a elegir sobre su propio cuerpo.

Pero no hace falta viajar hasta el otro lado del océano para constatar que los derechos que conquistamos los colectivos minorizados siempre están en riesgo. Aquí, en España, el Tribunal Constitucional lleva 12 años sin resolver un recurso del Partido Popular a la Ley de Salud Sexual y Reproductiva de 2010, que permite el aborto libre durante las 14 primeras semanas de gestación y hasta la semana 22 en algunas situaciones. De pronto, aquí podría suceder lo que está pasando en Estados Unidos y, atención, porque el Tribunal ha manifestado su voluntad de resolver pronto esta cuestión que lleva enquistada más de una década. Como siempre, desde el movimiento feminista nos tocará estar vigilantes y alzar nuestra voz para que nuestras demandas nunca dejen de escucharse.

No solo hay que proteger la Ley de Salud Sexual y Reproductiva, también hay que mejorarla, porque la situación en nuestro país tampoco es que sea idílica. Las mujeres en España todavía se encuentran multitud de problemas a la hora de abortar, especialmente en determinadas regiones. En 2021 las comunidades autónomas de Madrid, Murcia, Castilla-La Mancha y Extremadura y las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla no registraron abortos en la sanidad pública por falta de medios o porque determinados responsables del sistema de salud son objetores de conciencia. En la práctica, esto supone que no se está respetando el derecho de las mujeres a abortar, no se está cumpliendo la ley que dice explícitamente que ‘se garantizará a todas las mujeres por igual el acceso a la prestación con independencia del lugar donde vivan’. Esto provoca que las mujeres en muchos casos tenga que desplazarse cientos de kilómetros, costeándose de su propio bolsillo el viaje y con el sufrimiento que supone alargar el proceso.

Ante esta situación de desequilibrio territorial y de dificultades para las mujeres, el Ministerio de Igualdad quiere reformar esta ley para tapar algunas de sus múltiples grietas. La primera es garantizar el acceso al sistema público a las mujeres de todos los territorios, con una regulación de la objeción de conciencia que haga que este derecho de los profesionales sanitarios no suponga un impedimento para las mujeres que quieren interrumpir voluntariamente su embarazo. Por otra parte, la reforma quiere eliminar el periodo de reflexión de tres días, una norma absurda que infantiliza a las mujeres y resta valor a sus decisiones, porque una mujer que quiere abortar y acude al sistema para hacerlo ya ha tomado su decisión y quiere hacerlo cuanto antes porque el tiempo corre en su contra. Esta modificación legislativa también contempla la posibilidad de abortar sin consentimiento de los tutores legales a partir de los 16 años (en la actualidad son 18) o que las mujeres puedan decidir el método para abortar, dado que en la actualidad en muchos casos solo se ofrece el farmacológico.

Las mujeres no estamos dispuestas a dar ni un paso atrás en derechos como el aborto que tanto nos han costado conquistar. En pleno siglo XXI somos plenamente conscientes de que nuestro cuerpo es exclusivamente nuestro y no pertenece a nadie más, que la maternidad es solo uno más de los caminos que una mujer puede seguir en su vida, pero no el único, que, por más que le pese a la moral conservadora, la maternidad será deseada o no será.


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