Contradicciones (I)

Viernes, 08 Abril 2022 21:05

Nos acercamos a la Semana Santa y sería conveniente hablar un poco de la «vida y milagros» de Jesús de Nazaret. Sobre esto se ha escrito mucho, quizá demasiado, y la mayoría de las veces al hilo de una mitificación que con el paso del tiempo se ha convertido en una montaña infranqueable, lo que ha contribuido a que ese «mito» se desarrolle y se expanda, haciendo que en algunos casos (o en muchos) se distorsione la verdad tanto que no se puede llegar a saber con certeza cuál ha sido la auténtica realidad.

Sin embargo, también han sido numerosas las investigaciones realizadas, sobre todo a partir de la segunda mitad del siglo XX, y a raíz de la aparición de los rollos de Qumrán, de los papiros de Nag Hammadi y del códice Tchacos, en torno a la vida de Jesús, al devenir de sus discípulos más carismáticos y a la figura de María Magdalena.

Han saltado los plomos de muchas hipótesis, y se han venido abajo muchos juicios de valor y muchos dogmas que se sustentaban sobre pies de barro; y es importante arañarle a todo esto los matices necesarios para seguir indagando en la verdad de unos hechos que, posiblemente, puedan llegar a ser cada vez más transparentes.

Debo decir que a mí, particularmente, y en mi afán por contrastar fuentes diferentes (o por perseguir la sombra desfigurada de Jesús), me ha sorprendido la contradicción a la que son capaces de llegar algunos autores, intentando alcanzar la misma meta por caminos análogos.

He observado el empleo en sus escritos de nombres de meses, días de la semana, plantas medicinales, monedas o medidas de longitud, entre otras cosas, que no se correspondían con los utilizados en la época o en la zona, así como el uso de nombres de poblaciones actuales que en el siglo primero tenían otro nombre diferente o, simplemente, no existían; pero esto no tiene tanta importancia como ciertas afirmaciones, o la constatación de hechos, que si se analizan con un poco de rigor se observa que son totalmente descabellados.

Las primeras contradicciones son aquellas en las que han caído los propios evangelistas canónicos, que no se ponen de acuerdo en puntos tan importantes como, por ejemplo, si alguno de sus apóstoles se quedó al pie de la cruz en aquellos momentos tan dramáticos, en los que el sufrimiento de su Maestro era extremo; o los acontecimientos que siguieron a la supuesta «resurrección» de Jesús; o quiénes y cuántos eran aquellos seres que custodiaban la tumba y que parecían ángeles; o cómo se desarrolló el episodio de la Ascensión.

Respecto a lo primero, hemos de indicar lo siguiente: Ni Mateo, ni Marcos, ni Lucas dicen nada respecto a que alguno de sus apóstoles permaneciera en el Gólgota. Los dos primeros, con más o menos matices, hablan de María Magdalena, de Juana, de María, la madre de Santiago y José, y de la madre de los hijos de Zebedeo. Lucas habla de «las mujeres que lo habían seguido desde Galilea»; y sólo Juan dice que «el discípulo a quien amaba» (o sea, él) estuvo allí con su madre y con las otras mujeres, lo cual es muy sospechoso, al encumbrarse él mismo como el único apóstol que permaneció fiel al Mesías.

Más contradicciones: ¿Quiénes eran aquellos seres que custodiaban la tumba de Jesús?

Mateo explica que era un ángel del Señor; Marcos dice que era un joven; Lucas habla de dos hombres con vestiduras deslumbrantes; y Juan es el único que comenta la existencia de dos ángeles vestidos de blanco.

Sobre este punto no hace falta añadir mucho más. Ellos lo dicen todo; y, como vemos, cada uno dice una cosa diferente. Sin embargo, he leído en algún ensayo que aquellos hombres, ángeles o jóvenes que custodiaban la tumba de Jesús eran, simplemente, algunos de los maestros espirituales que el nazareno había tenido en la India, y que, a través de una bilocación, recorrieron el espacio entra la India y Palestina para custodiar su tumba y mover la piedra del sepulcro. Esto, aunque parezca demasiado peregrino o fantástico no deja de ser más viable que lo que nos han contado, y esos seres que se desplazaron desde la India a Jerusalén bien podrían ser los ángeles, o los jóvenes, descritos por los evangelistas. Al menos, según mi entender, esta teoría sería más «creíble» de acuerdo con los conocimientos que en la actualidad tenemos.

La Iglesia católica, en general, recomienda desconfiar de este tipo de casos; pero, desde el siglo XIX ha reconocido la existencia de la bilocación en santos y místicos. Los más notables fueron san Francisco de Asís, san Antonio de Padua, san Francisco Javier, san Martín de Porres, san Juan Bosco, sor María de Jesús de Ágreda, sor María de León Bello y Delgado y sor Úrsula Micaela Morata.

En cuanto a la posibilidad de que un organismo, o una persona, pueda estar presente en más de un lugar a la vez, santo Tomás de Aquino, Silvio Maurus, y otros teólogos de diferentes épocas han negado que dicha posibilidad pueda existir. Los casos de bilocación narrados en la vida de los santos se explicaban (y se explican) —a través de algo similar a una metáfora— como materializaciones divinas o cósmicas.

Fuera de la Iglesia católica, este fenómeno es conocido en el Budismo esotérico como «Dzogchen». Algunos autores, como Idries Shah o Robert Graves, hablan de casos en los que ciertos monjes tibetanos «aparecieron, igual que ocurrió con los santos cristianos, en diferentes lugares al mismo tiempo». El «Dzogchen» es practicado con cierta regularidad por los monjes de la escuela del budismo tibetano llamada Vajrayana, o «vehículo de diamante».

Según dicha tradición Vajrayana, el «Dzogchen» consiste en la transferencia de la conciencia material a una situación de post-existencia de manera lúcida. Algo similar a lo que ocurre en los sueños, que podemos transportarnos de un sitio a otro muy lejano en una fracción de segundo, pero trasladado al plano de la vigilia. Esta meditación trascendental se realiza, según la escuela tibetana, con la intención de alcanzar un grado superior de conciencia y romper el ciclo de las transmigraciones.

Los «escépticos» no niegan la experiencia en sí, pero le dan una explicación distinta a la causa de la experiencia, y le dan una explicación un tanto confusa. Dicen que «Las experiencias fuera del cuerpo material se pueden explicar como alucinaciones hipnagógicas (visiones fugaces en la transición vigilia-sueño) o hipnopómpicas (transición sueño-vigilia)», algo que, por ejemplo, perciben con bastante frecuencia los individuos que sufren narcolepsia (somnolencia durante el día).

En fin, hay todo un mundo de hipótesis, teorías y explicaciones, más o menos racionales o más o menos fantásticas, referentes a este tema, y como en todo, cada uno se acogerá a aquello que le inspire más confianza o se ajuste más a sus creencias o a sus principios.


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