En estos dos años pasados poco se escribía sin que hiciera referencia a un ‘virus malicioso’ (¡tolón, tolón!) que nos condicionaba la vida. Era difícil escribir de otra cosa. Lo más heroico pudo ser hacerlo de otros asuntos, aunque impepinable era relacionarlo y hacer referencia; tal era el machaqueo (¡plof, plof!) y el condicionamiento (¡plic, plic!). Desaparecido el bicho, una guerra inoportuna (¡crac!), cruel (como todas) ofrece carnaza suficiente por un tiempo para que se convierta en temática apabullante entre el horror y el arrancar lagrimeo fácil, solidaridad un poco hipócrita e interesada. ¡Ahora! Si repasan las columnas de “Cascorro con la lata” (¡clic, clic!) comprobarán que el héroe de aquella batalla perdida también incurrió en ello (¡zasca!). En su día, tuve la tentación de traer a este espacio, entre ingenuo y visceral, una noticia en cuarto de página (o menos) en que las Consellerías respectivas se traspasaban (¡glu, glu, glu!), mediante Decreto del Botánico (¡ran rataplam!), datos de los historiales personales, desde Sanidad a Servicios Sociales, y viceversa, “para mejorar el servicio” y atender con más diligencia sobre todo a los más necesitados. ¡Jo, jo! Lo de siempre: datos a disposición del mejor postor: Gobiernos, Compañías, funcionarios… (¡aj, puaj!)
El pasado 5 de marzo, en pleno estruendo de obuses y misiles, mis “amigos” queridos del alma, Marzá y Soler, se asomaban en media página a un Medio, con un titular amigable y generoso, cómplice, que los presentaba así: «Educación renovará el mobiliario y la tecnología de 26.000 aulas en dos años». El 80% por tanto de 32.500. ¡Que las van a transformar! Que estamos en época de vendemotos y vendeburras (algo parecido al Plan Edificant que tan buenos resultados, creen, les ha proporcionado electoralmente). En la foto de Daniel Tortajada se les ve muy atentos a las explicaciones de sendas personas visitando el «primer espacio innovador, creado en València». Luego, dicen, vendrá el resto: Sagunto, y su entregado Cefire, amigos todos y todas. Nada menos nos cuentan el cuento de «cómo será la docencia y el aprendizaje» que entre el Ministerio y la Comunitat Valenciana prevén para el futuro; nada más y nada menos. Hablan de «revolución educativa», y en dos añitos ¡voilà! las aulas (no dicen por qué nivel comenzarán si ganan de nuevo las elecciones, que de eso se trata), sus pupitres verdes o beige se convertirán por la magia de ambos en ‘mesas móviles’, pequeñas gradas, sofás, paneles interactivos, material tecnológico, por ejemplo, de robótica, además de chomebooks, tabletas o teléfonos inteligentes. ¡El no va a más! ¿Cómo no creerles, con el desaguisado que van a dejar en estos ocho años de mandato? Me gustaría poder volver a ejercer la docencia para verlo con mis ojos; pero claro, ya se encargaron ellos en 2015, recién entrados al castillo de Campanar en darme la puntilla en la lidia iniciada por sus antecesores en la misma fortaleza. Con lo bonito que sería estar en un aula ‘flexible’ y ‘transformador’ ahora que ya se han instalado dentro la iniciativa privada, el negocio, la dirección ideológica de los buitres tecnológicos que, se me antoja, no están muy lejos del Covid ni de la Guerra en Ucrania y otras partes del mundo. Pilar Alegría… ¿Y esa señora quién es? Por supuesto, no podía faltar lo inclusivo, lo coeducativo, lo activo, lo interactivo, la motivación, las competencias y el salto magistral que ellos tres sólo nos pueden proporcionar hacia la ‘MODERNIDAD’.
«EL AULA DEL FUTURO» es el lema. En mayo, junio y julio se formará al profesorado en el trabajo “por ámbitos (otra moto sin gasolina) y la ‘codocencia’. Y como se trata de una clase más amplia (aulas más amplias), se supone tirarán tabiques, y el IES 5 del Puerto de Sagunto (devenido en MagroGranja perdón, MacroCentro) ya acogerá esas “transformaciones”; y el CEIP GREGORI MAYANS (5 cursos en Proyecto) en Xirivella, también; y se acabará. De reducción de alumnos por aula (ratios), más profesorado, y menos interinos precarios… ¿Alguien da más? ¡Qué VIVA EL 2023!