Pues sí, soy una de esas personas indignadas con todo lo que ha pasado en el Benidorm Fest. Por la oportunidad perdida de llevar una propuesta genuina, valiente y feminista a Eurovisión, como las de Tanxugueiras y Rigoberta Bandini, pero también por cómo el diseño del certamen ha resultado ser un juego de trileros en el que la opinión del público ha terminado por valer absolutamente nada. Todo estaba pensado para que, pasara lo que pasara, el jurado tuviera la última palabra en la decisión del ganador. La voluntad del público y la del jurado ha colisionado de frente, provocando un ‘Eurodrama’ de proporciones bíblicas.
Gracias al favor del jurado, Chanel ganó el Benidorm Fest con menos del 4% del voto popular frente al 71% que obtuvo el grupo Tanxugueiras. El problema viene cuando los ecos de fraude resuenan con fuerza desde el día uno. Cuentan varios periodistas que en la expedición de prensa que se trasladó de Madrid a Benidorm para hacer el seguimiento del concurso ya se comentaba que la voluntad de RTVE era llevar a Chanel, pese a que las grandes favoritas del público eran Tanxugueiras y Rigoberta Bandini. Y no es lo mismo que haya chanchullos y opacidad en las votaciones de un concurso de Telecinco o Antena 3 que en RTVE, porque se paga con nuestros impuestos y nuestra obligación es siempre exigirle más integridad. Si se ha montado todo este envoltorio para una decisión premeditada que, entre otras cosas, ha costado 1 millón de euros a la Generalitat Valenciana, veo lógico y normal que ciudadanía, grupos políticos y sindicatos pidan explicaciones.
¿Y para qué montar todo este tinglado si podrían haber seleccionado la candidatura a dedo desde un primer momento? Pues para envolver toda elección con un aura de participación más falsa que un 30 de febrero. Pero seguramente en la cadena no esperaban un éxito de audiencia y participación que ha hecho que la disonancia entre lo que ellos querían y lo que el público quería fuera tan gigante que el tema acabara explotando por todas partes. Por otra parte, el interés obvio por estimular la votación a razón de 1,45€ el mensaje de texto y hacer un poco de caja. Que, por cierto, una de tantas cosas que deberían de reformarse del sistema de votación de cara a las próximas ediciones es la implementación de un sistema de voto digital totalmente gratuito que garantice más de igualdad en el proceso.
Ahora hay que rascar un poco más y ver por qué la organización del concurso tenía tantísimo interés en que ganara una candidatura en concreto. Pues bien, detrás de la candidatura de Chanel está la discográfica BMG, del conglomerado Bertelsmann. La canción ‘SloMo’ está creada por cinco compositores de diferentes países, entre los que se encuentra Leroy Sánchez, que fue el artífice de tema que RTVE llevó a Eurovisión en 2021. ¿Quién más hay detrás de Chanel? El coreógrafo de Jennifer López, un productor musical de Chicago o un diseño de vestuario a cargo de una famosa drag-queen. Un despliegue de medios y de presupuesto difícilmente asumible sin el apoyo de una gran discográfica detrás. Ahí es a dónde podría ir el interés de RTVE por llevar esta candidatura.
El especialista en industria musical y exconsejero de RTVE Josep Manuel Silva ha explicado en redes y medios de comunicación que posiblemente la victoria de Chanel sea fruto de una alianza entre la discográfica y RTVE, en el que la discográfica acabará ganando una jugosa cantidad de dinero por los derechos que genere la canción. Al final, Chanel, que es una magnífica artista, es la trabajadora que da la cara y se lleva las tortas por haber resultado ganadora sin tener el favor del público, mientras que por detrás su discográfica se frota las manos como el Sr. Burns de los Simpson.
Frente a Rigoberta que canta a las madres que nos han dado la vida y que siempre tienen caldo en la nevera (como la mía) o Tanxugueiras que homenajean el folklore gallego de meigas, panderetas y foliadas, ‘SloMo’ habla en spanglish y utiliza términos tan lejanos como Miami o zumo de mango, aderezados con un poco de ‘boom-boom’ y ‘zoom-zoom’. Aunque pensándolo bien, puede que al final ‘SloMo’ sí que represente bien a España: amiguismo y chanchullo a costa de lo público mientras que los que mandan le dan al pueblo la falsa sensación de que puede participar y decidir algo bajo las normas de un sistema en el que ya está todo decidido.
