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José Manuel Pedrós García

La doble moral

Jueves, 30 Diciembre 2021 21:06

Pablo Neruda se casó con Maria Hagenaar Vogelzang (Maruca) en Java, y cuatro años después tuvo una hija con ella. La niña, Malva Marina, nació en un hospital de Madrid, en 1934, la llamaban Malvita y no podía hablar ni caminar a causa de la hidrocefalia con la que había nacido. Al estallar la Guerra Civil, la familia se refugió en Montecarlo, y el gran poeta chileno se desentendió de su hija y de su mujer. La niña murió a los ocho años en Gouda, la ciudad holandesa de donde es el queso que lleva su nombre, y un libro rescata ahora la vida y el drama de esta niña.

Malva (ediciones Rey Naranjo, 2018) es la primera novela de la poetisa neerlandesa Hagar Peeters. Después de 84 años, Peeters descubre el misterio que durante ocho décadas ocultó la vida de esta niña con hidrocefalia, Malva Marina, escondida y repudiada por su propio padre, uno de los más grandes poetas de la historia. La narración de Malva empieza así:

«Mi nacimiento fue como un accidente de tráfico. Me detuve en seco, me quedé atrancada, retenida en un lugar a media vida entre el interior y el exterior del útero, en un túnel negrísimo. Tuvieron que tirar de mí con mucha fuerza para extraerme hacia la luz del día. No es de extrañar considerando el tamaño que tenía mi cabeza ya entonces, aunque su verdadero e imparable crecimiento aún no había empezado. Así y todo lograron sacarme y fui a parar a una fría habitación de hospital que excluía eficazmente el tórrido calor de Madrid... ».

Esta narración —y esta historia— ha sido aprovechada y difundida por un determinado sector político para criticar airadamente a Pablo Neruda (icono de la izquierda de la época), para amonestar su doble moral, y de paso arremeter contra la doble moral de una buena parte de la izquierda.

Sin embargo, este sector político, tan puritano, tan religioso, tan noble y tan defensor a ultranza de los valores nacionales, no dice nada de las sombras que se conocen de gente tan poco sospechosa como la madre Teresa de Calcuta o el Mahatma Gandhi, porque todos tenemos lados oscuros y cosas que ocultar. Tampoco dicen nada respecto a aquella máxima tan importante «por sus obras los conoceréis». Porque yo me pregunto: ¿Acaso no es doble moral enarbolar la bandera como el mejor de los patriotas, pero llevarse el dinero a Suiza o a cualquier otro paraíso fiscal? ¿No es doble moral luchar contra el aborto en España pero irse después a abortar a Londres, como se hacía en los años 80? ¿Es doble moral estar en contra de la ley de la Eutanasia y marcharse a los Países Bajos con un familiar en estado crítico para que le administren una dosis letal? ¿Puedo decir que es doble moral hablar en los púlpitos de ayudar a los más necesitados, y haber hecho voto de pobreza, pero vivir después de una forma opulenta? ¿No es doble moral también estar en contra del matrimonio de los sacerdotes, y haber hecho voto de castidad, ignorando después la pederastia, el abuso o la doble vida de numerosos prelados? ¿Podríamos decir que es doble moral estar en contra del matrimonio gay, pero después bendecir la unión de dos amigos homosexuales? ¿Quizá, incluso, pueda ser doble moral que algunos ex presidentes del gobierno digan que para mantener el sistema hay que trabajar hasta los setenta años, pero ellos estén jubilados desde los cincuenta, sigan teniendo todos los beneficios de máximos funcionarios del estado, incluyendo la paga vitalicia como ex presidentes y todo lo demás que este cargo conlleva, y cobren además, sin hacer nada, cantidades desorbitadas como miembros de los consejos de administración de las diferentes multinacionales que ellos en su día privatizaron? ¿No es cierto que este sector político se ha opuesto por sistema a todas las medidas de progreso, pero luego se ha beneficiado de ellas? ¿Es esto también doble moral?

No sé si es conveniente que formule tantas preguntas, quizá sea un poco impertinente por mi parte el hacerlo, sobre todo para acabar el año, sin embargo podría decir para terminar algo muy simple: «El que esté libre de pecado que tire la primera piedra».


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