El timo

Jueves, 23 Diciembre 2021 21:09

Menudo timo es el pasaporte COVID. Solo tiene utilidad como instrumento de presión para que la gente se resigne y acuda a vacunarse, por eso lo han puesto en marcha. Esto demuestra, por otra parte, que el personal tiene unos principios muy flexibles, porque, en cuanto le ponen en peligro la posibilidad de ir de fiesta o viajar, se relajan las convicciones que es una barbaridad. Cosas de la condición humana. El que una persona tenga el pasaporte COVID solo garantiza que está vacunada, nada más, pero, como aquí puedes coger el coronavirus con vacuna y sin vacuna, te pueden ingresar en el hospital y hasta te puedes morir con pinchazo y sin pinchazo, está claro que el certificado de vacunación no impedirá que un ‘inmunizado’, con síntomas de resfriado, pero contagiado con el virus hasta las trancas, vaya por la calle propagándolo, tan ricamente, como si no hubiera un mañana, eso sí, con su pasaporte COVID en el móvil.

Hasta aquí creo que la cuestión es poco discutible, pero aún hay más, pongamos por caso que un vacunado con sus tres dosis entre pecho y espalda se va de cena con sus amigos, también ‘inmunizados’ y resulta que el cocinero del restaurante, por ejemplo, es uno de esos ‘negacionistas’ que no se ha inoculado. A los efectos, lo mismo da que tenga los tres pinchazos o ninguno, porque la vacuna no impide el contagio y, en consecuencia, no frena la propagación del bicho. A la velocidad que va esta sexta ola, parece que hay muchísimos poseedores del pasaporte que están transmitiéndolo a todo el que se les acerca. De otra forma no se explica este resurgir tan virulento, nunca mejor dicho. ¿Se acuerdan cuando nos hablaban de la inmunidad de rebaño y sus bondades?

Lo cierto es que, al final, todos nos terminaremos contaminando, aunque, como norma general, los vacunados sufrirán la enfermedad con unos síntomas más suaves y los que no han querido inmunizarse lo podrían pasar peor, pero nada más. Hace un año, por estas fechas, todos los gobiernos del primer mundo presentaban la vacuna como la solución, el principio del fin de la pandemia; doce meses después, con tres inyecciones ya en el cuerpo, volvemos otra vez a la casilla de salida. Los contagios se han disparado, se empiezan a formar colas en los centros sanitarios y vuelta a empezar, aunque, por ahora, hay menos fallecimientos.

El virus ha venido para quedarse y la efectividad de estas vacunas no es para siempre. Está claro. Lo que me parece muy desproporcionado, incluso cruel, es todo este machaqueo mediático, esa campaña de propaganda para aterrorizar a la gente. Que pasen unas estupendas fiestas de Navidad.


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