Hartazgo

Viernes, 26 Noviembre 2021 21:09

La decisión de la asamblea de trabajadores de Pilkington de ayer jueves, que rechazó el preacuerdo alcanzado la víspera entre empresa y representación social tras una jornada maratoniana, solo refleja el hartazgo de una plantilla que lleva años pendiente de un ¡ay!, sufriendo recortes salariales de todo tipo y sujetos a prolongados ERTES. Todo, para arrimar el hombro y que la compañía siga siendo viable y no eche el cierre. Llevan años así, cediendo y cediendo para que la planta continúe abierta y operando en umbrales de rentabilidad. Es verdad que la pandemia y la crisis de semiconductores del sector auto han venido para complicarlo todo, afectando de lleno a la empresa auxiliar del automóvil y, en este marco tan inestable de mercado, Pilkington no es ninguna excepción.

De todo el preacuerdo, la parte verdaderamente relevante es la continuidad de la línea de laminado hasta finales de 2024 y, por consiguiente, que no se produzcan despidos en ese periodo, aunque sí bajas incentivadas y prejubilaciones. Si la compañía cumple estos compromisos, se logra un periodo de tres años muy necesario para ir viendo cómo evoluciona el mercado y hacia dónde se dirige el futuro del sector, aunque la anunciada descarbonización a la que se encamina la industria, poco o nada afectará a Pilkington, porque los coches, con independencia del sistema de propulsión que puedan emplear en el futuro, seguirán utilizando parabrisas y lunetas. Creo que esto es poco discutible.

Lo que chirrea mucho del preacuerdo es la partida de 700.000 euros que la empresa dispondrá para inversiones y que la comisión de seguimiento que se monte al efecto se encargará de procurar recursos públicos adicionales. Aquí se ve nítidamente que la necesaria modernización y puesta al día de la línea de laminado no es una prioridad para la compañía, al menos a fecha de hoy, y sin esta instalación la factoría se verá condenada, en el mejor de los casos, a lo que la propia multinacional ya apunta: «horno de lunetas y las terceras elaboraciones».

El objetivo que se habían marcado los sindicatos y el propio comité de empresa era doble: mantener la línea de laminado abierta y evitar los 116 despidos anunciados por la compañía. Si con el preacuerdo suscrito se cumplían ambas aspiraciones, ¿por qué los trabajadores lo han rechazado? Todo apunta a que, con los históricos existentes, la falta de confianza es palmaria, en cuyo caso, también es cierto que importa bien poco lo que se recoja en el documento si, de entrada, se considera papel mojado porque antes o después la empresa lo incumplirá. Un acuerdo siempre se fundamenta en la confianza, si ésta falla, mal vamos, pero ¿cuál es la alternativa?


Si le ha interesado esta información, puede unirse a nuestro canal de Telegram y recibirá todas las noticias que publicamos para el Camp de Morvedre. Síganos en https://t.me/eleco1986

Lo último de Ignacio Belzunces Muñoz

Más en esta categoría: « Hay que apoyar Otra vez Almardà »

 

 

SUCESOS

SALUD