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José Manuel Pedrós García

Individualismo y soledad

Viernes, 26 Noviembre 2021 21:07

Nuestro modelo de sociedad (al menos el que más nos identifica) se desmorona, no podemos mantenerlo por mucho tiempo más, pues la sociedad de consumo, que nos envuelve, nos empuja cada día a consumir de una manera desorbitada, anárquica, de una forma innecesaria. Si la producción de alimentos es algo necesario para la subsistencia, la producción de todos los objetos o artilugios, que se supone que nos hacen más cómoda la vida (o que nos la van a hacer), está sujeta a una obsolescencia programada inadecuada, que convierte los cementerios de chatarra en algo perjudicial y nocivo para la convivencia, porque hay elementos que pueden ser reciclables, pero hay otros que no se pueden reutilizar y que son perjudiciales para el medio ambiente y, en definitiva, para el ser humano.

Este modelo de sociedad, desenfrenada y occidental, basada fundamentalmente en la falta de valores, choca in extremis con ese otro modelo diferente en el que la felicidad, el contacto con la naturaleza y con el medio ambiente y el amor a la familia y a los amigos, entre otras cosas, son lo primordial. A menudo vemos, en muchos países africanos, latinoamericanos o asiáticos, que carecen incluso de lo más necesario para subsistir, cómo la alegría de los niños se refleja a diario en una caras sonrientes, que son muy elocuentes, jugando al fútbol (incluso descalzos) —por ejemplo— con una pelota a la que no le caben más parches, mientras que las caras de nuestros hijos, que lo tienen todo, reflejan una mueca patética cuando no se les compra el último juguete electrónico que anuncia la televisión.

Nuestra vida occidental, y nuestra sociedad, nos empujan cada día al individualismo, a no pensar en nosotros como especie y como colectividad, sino sólo en nosotros, como individuos, y en nuestra familia como mucho, nada más. Esto nos lleva a encerrarnos en una burbuja, donde lo único importante es el poder material, el dinero y la acumulación de objetos y enseres que, la mayoría de las veces son superfluos e innecesarios. Y este individualismo nos conduce a la soledad, y a la infelicidad.

¿Es este el mundo y la sociedad que deseamos? ¿Es este el mundo y la sociedad de nos merecemos?

Establezcamos una sociedad nueva, perfeccionemos una sociedad diferente, una sociedad cuya meta principal sea la recuperación de los valores perdidos, una sociedad donde no importe lo que tenemos sino lo que somos, es decir, eso que se dice siempre, pero que a menudo no se hace. Será la única forma de dejar a nuestros hijos la mejor de las herencias posibles.


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