Bosal II

Viernes, 29 Octubre 2021 21:09

Este próximo cuatro de noviembre Pilkington presentará a los representantes de los trabajadores la propuesta de ERE para iniciar el periodo de negociación. Nada nuevo bajo el sol, es lo que ya se esperaba desde hace meses. La multinacional sentencia la línea de laminado y, por consiguiente, el futuro de la factoría se ve seriamente amenazado. Desde el comité de empresa se ha reiterado una y otra vez que la planta, sin esa instalación, no es viable. De hecho, lo dejaba meridiano en el comunicado que emitió ayer jueves, pues con este proceso de negociación del ERE se activa el procedimiento legal para desmantelar la línea de laminado de parabrisas, llevándose su producción a otra planta del grupo, situada fuera de España, y dejando a la factoría de Sagunto «tocada y herida de gravedad». Según la propia representación social, esto supondrá «un gran número de despidos de manera inmediata y la pérdida del resto de los puestos de trabajo a corto plazo».

El panorama se presenta muy complicado, pero, después de año y medio anunciando que viene el lobo, habrá que ver cuál es la verdadera capacidad de reacción y qué respuesta se prepara desde la plantilla para defender los puestos de trabajo o, en el peor de los casos, unos despidos en las mejores condiciones. Llegado ya el momento de negociar las rescisiones laborales, que es el siguiente nivel de la partida, lo inequívocamente cierto es que la representación social se tragará ese sapo que, inicialmente, puede afectar a un 20 o un 25 por ciento de la plantilla. Ojo, que estamos hablando de alrededor de un centenar de personas que, después los 30 días del periodo de consultas, se habrán quedado en la calle. Hablamos de un centenar de familias, cuyo porvenir se tiñe ya de oscuro. Para estos primeros damnificados el futuro de la factoría que se reclama desde la propia representación social queda muy en segundo plano porque, cuando se formalicen los despidos, estarán directamente excluidos. En todo caso, lo que se avecina nos recuerda mucho a lo que pasó en Bolsal, aunque, en aquel conflicto, la lucha de los trabajadores fue verdaderamente épica.

No es la primera vez que resalto el riesgo que entraña poner todos los huevos en la misma cesta. Aquí ocurrió con el monocultivo de la siderúrgica y, posteriormente, con las empresas que llegaron al abrigo y las subvenciones millonarias de la reindustrialización, llevada a cabo tras el cierre de la cabecera de AHM. Ya se marchó Bosal, Galmed cerró para abrir unos meses después con peores condiciones laborales. ArcelorMittal, ante la crisis del chip, pasa de 5 a 4 turnos de trabajo a partir del primero de noviembre. Pilkington cierra instalaciones. Veremos.


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