Hace 10 años que ETA anunció el cese definitivo de la violencia, y el pasado lunes día 18, el coordinador general de EH Bildu, Arnaldo Otegi, junto con el secretario general de Sortu, Arkaitz Rodríguez, recordaron en el Palacio de Aiete de San Sebastián a «todas las víctimas», haciendo una mención especial a las «víctimas de la violencia de ETA». Las palabras textuales de ambos dirigentes, primero en euskera y después en castellano, fueron las siguientes: «Queremos trasladarles que sentimos su dolor y afirmamos que nunca debería haberse producido. A nadie puede satisfacer que aquello sucediera. No se debería haber prolongado tanto en el tiempo. Deberíamos haber llegado antes a Aiete (en referencia al anuncio del fin de ETA en 2011). Desgraciadamente, el pasado no tiene remedio. Nada de lo que digamos puede deshacer el daño causado. Pero estamos convencidos de que es posible aliviarlo desde el respeto y la memoria. Sentimos enormemente su sufrimiento y nos comprometemos a mitigarlo».

Esta es la primera vez que la izquierda abertzale pide perdón (aunque no llegó a utilizar expresamente dicha palabra) a las víctimas de ETA. Pero Otegi, en su intervención, fue un paso más allá al afirmar que siente «de corazón» el «daño causado» por la banda terrorista, que provocó 853 muertes en cinco décadas, en las que los asesinatos, los secuestros, las extorsiones y los sabotajes fueron su forma habitual de actuación.

Este reconocimiento del daño causado por ETA era la principal reclamación que venían realizando el resto de formaciones políticas y mandatarios, como el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el lehendakari, Iñigo Urkullu, a EH Bildu, la coalición que ha esperado este momento, cuando se cumplen 10 años desde que la banda terrorista anunció el fin de su actividad terrorista, para tener ese gesto con las víctimas.

En una manifestación pública sin precedentes, Otegi y Rodríguez han querido hacer una mención «específica» a las víctimas de ETA para comunicarles que lamentan su dolor y les trasladan «respeto, consideración y memoria»; y si confiamos en las palabras de los dos dirigentes abertzales, podríamos pensar que pueden ser sinceras, aunque lleguen tarde y aunque no condenen expresamente la violencia con la que ETA estuvo asolando al país, algo que, desde luego, nunca tenía que haber existido.

Siempre he estado en contra de la violencia, de cualquier clase de violencia. Creo que el ser humano debería tener otros métodos para resolver las diferencias que pueden existir, y la palabra, que tanto nos identifica, debería ser la mejor de nuestras armas para disuadir de la violencia a todo aquel que sigue creyendo en ella y que la sigue justificando.

Durante mucho tiempo estuvimos esperando que ETA dejara de matar y que reivindicara sus ideas a través de las urnas. Las urnas son siempre las que indican cómo funciona el termómetro político del país, sin embargo hay una parte de la derecha que también tenía que haber pedido perdón por la guerra de Irak, y nunca lo hizo, es más, Aznar, en una entrevista de hace cuatro años (se puede ver en YouTube), no sólo no pidió perdón sino que aseguró que volvería a apoyar la guerra, es decir, no sólo no reconoce su error sino que se regodea de ello, pero claro, todos conocemos hasta dónde llega la soberbia del ex presidente, y sabemos también que su vanidad extrema le impide reconocer cualquier tipo de error a su gestión. Tampoco el franquismo más emblemático ha reconocido nunca los crímenes de la dictadura, ni ha solicitado clemencia a las familias de los damnificados; y no hablemos de Felipe González, que debería estar arrepentido por las atrocidades de los GAL, pero que nunca ha mostrado ningún tipo de descargo; y ahora muchos de esos se rasgan las vestiduras por las palabras de Otegi y exigen que desaparezca EH Bildu, cuando los votos que tiene la formación abertzale no tienen menos valor que los que posee la extrema derecha.