Los Pandora Papers están llenos de patriotas de postín que mucho aman a su país pero, a la que pueden, le roban eludiendo impuestos a través de paraísos fiscales. Patriotas de pulsera de España en la muñeca que a la hora de arrimar el hombro para construir porvenir para el país salen corriendo. Corren, concretamente, hasta a un despacho de abogados para que les monten un entramado societario ‘off shore’ que les permita ahorrar unos cuantos millones de euros de los muchísimos que manejan. En los Papeles de Pandora aparecen 600 grandes fortunas de este país que estarían eludiendo impuestos, para no pagar hospitales, colegios o pensiones. Para no contribuir al común y seguir llenándose los bolsillos a menos llenas. La grandeza de nuestro país son sus servicios públicos y su sistema de garantía social, los ricos trampeadores del fisco se dicen patriotas, pero desprecian a su país y a su gente. Eso sí, después no tardarán en señalar al migrante y decir que es él quien te roba, porque si en algo son maestros, es en desviar la atención y tratar de generar enemigos virtuales para que nadie se fije en que son ellos quiénes están expoliando.
Cuando Mario Vargas Llosa dijo en la convención del PP que lo importante no es votar con libertad, sino votar bien, quedó claro que se refería a votar a quien siga protegiendo los privilegios de los ricos y mirando hacia otro lado mientras que el dinero circula hacia paraísos fiscales. Qué bien estuvo la convención del PP, por cierto, la selección de invitados todo un acierto: una especie de premonición de lo que iba a ser noticia en los días siguientes. Con la presencia de dos estrellas de los Pandora Papers como Vargas Llosa y Sebastian Kurz, canciller de Austria, y Nicolas Sarkozy, recientemente condenado por corrupción. Es que Dios los cría y ellos se juntan.
Mientras el PP arropa a insolidarios y corruptos, acaba de anunciar que recurrirá ante el Tribunal Constitucional la Ley de la Vivienda del gobierno. Un vicio feo del PP que siempre intenta ganar en el Constitucional lo que no gana en las urnas, no vaya a ser que el país progrese. Con recursos a la ley del aborto, del matrimonio igualitario, del divorcio, etc. No piensan permitir que nosotras, las personas humildes, las mujeres o el colectivo LGTBI, tengamos derecho a llevar una vida digna y normal. Las derechas tienen claras sus prioridades: los derechos de los ricos siempre van primero. Tanto que recurren a la Constitución para hacer puenteo político, pero olvidan que el acceso a una vivienda digna también es un derecho constitucional que los gobiernos tienen que garantizar.
Apuestan por blindar el derecho de los ricos a hacerse más ricos especulando con la vivienda y niegan el futuro a miles de jóvenes que no pueden independizarse porque los precios de los alquileres son inasumibles. Rechazan este tipo de medidas llamándose a sí mismos liberales, pero al igual que su patriotismo, su liberalismo es otra tomadura de pelo. El mercado inmobiliario no se puede intervenir, pero el sistema bancario para socializar sus pérdidas y regalar millones a los bancos, sí, como hizo Mariano Rajoy en 2011. Capitalismo de amiguetes una vez más.
Se ponen como miuras ante una Ley de Vivienda que es muy laxa y claramente insuficiente, así que más le hubiera valido al gobierno tomar medidas mucho más valientes, porque, total, igualmente la derecha pillará una rabieta de las suyas. Proponga lo que proponga el ejecutivo, a la oposición le va a parecer mal: ni atisbo de acuerdos por el bien común, solo polarización. Y es que, al final, los auténticos radicales son ellos. Mientras, la gente corriente espera medidas drásticas que bajen el precio de la vivienda y también el de la luz, que el gobierno sea capaz de proporcionar una protección necesaria ante la especulación de los buitres del mercado inmobiliario y del eléctrico. Estoy segura de que de ello va a depender la reedición de un gobierno progresista: valentía, valentía y más valentía para anteponer al pueblo ante los especuladores.
