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Miguel Álvarez Lozano

Plazas bordes

Viernes, 01 Octubre 2021 21:08

Días atrás, me dirigía a la Tenda de Tot el Món, cuando en la esquina del Pasaje Moliner con San Pedro me encontré con un viejo amigo. Se trataba de Tomás, un antiguo vecino, persona con la cual siempre he tenido muy buena relación. Se dirigió a mí con una sonrisa extraña, indescifrable, abordándome con un cierto aire misterioso.

- ¿A que no adivinas de qué me vengo riendo… por no echarme a llorar?

Después de una breve y misteriosa pausa, me confesó el motivo de su amarga mueca. Sencillamente se trataba de que, paseando, se le había ocurrido pasar por la calle Virgen de Begoña, que no es otra que la callecita que queda entre los “Chalets Azules” (Casas del Trenillo) y el colegio Cervantes. Al llegar donde antiguamente estaban las viviendas de los maestros, se había percatado de que estas ya no existían y que en su lugar había quedado un pequeño, pero ancho, callejón sin salida. Curioso, recordó que lo que siempre había tenido el nombre de Virgen de Begoña era dicho callejón en su forma primitiva. Él no recordaba que la calle de los Chalets Azules se llamase así.

Intrigado, observó al fondo del callejón una placa rotulada con el nuevo nombre de aquel pequeño rincón olvidado del pueblo. No costaba mucho dar unos pocos pasos para poder llegar a leerlo… pero…

¡No podía dar crédito!... a aquel recóndito lugar, producto evidente del caótico urbanismo que, a día de hoy, sigue asolando implacablemente a este pueblo, se le había concedido el honor de estar rotulado como ¡Plaza de la República!

Ignoro las ideas políticas que tiene mi ofendido convecino Tomás; no sé quiénes gobernaban Sagunto cuándo se produjo semejante fechoría. Tampoco conozco los nombres de aquellos que cometieron la dicha afrenta, no a la República, porque ellos no tienen categoría para eso, pero sí a los sentimientos de un colectivo más que probablemente mayoritario que, a día de hoy, nos sentimos republicanos.

Lo que me escandaliza profundamente y me parece hasta mentira, es hasta dónde algunos degenerados políticos pueden llegar en su falta de respeto a decenas de miles de personas. Yo podría entender que no hubiese una Plaza de la República porque quienes están habilitados democráticamente para decidir tal cosa sean monárquicos, franquistas o simplemente reaccionarios. No lo compartiría, pero lo entendería. Lo que no puedo entender es de dónde ha salido tanta mala leche y, menos aún, los porqués. Ante mi evidente falta de información no tengo más remedio que imaginarme la escena:

Comité de Patronímicos (o cómo demonios se llame) Con el único propósito de molestar profundamente a un colectivo mayoritario de la población, alguien pregunta señalando un punto en el plano del Puerto:

- ¿Alguien quiere echarse unas risas?


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