Observación

Viernes, 16 Julio 2021 21:06

Es muy curioso observar la cantidad de gente que opina sobre cualquier cosa (me incluyo, por la parte que me pueda corresponder), fundamentalmente en las redes sociales, aunque también en otros medios, y que lo hace de una forma que da la impresión de que sea docto en la materia, o de que hable siempre ex cátedra, como si nadie hubiese con más conocimientos que los suyos, rebatiendo cualquier otra opinión, alguna de las veces con palabras que podían ahorrase, pues lo único que hacen es definir a ese que las pronuncia; pero, en fin, cada uno tiene su vocabulario (y el perro, ladra, y el burro, rebuzna), y nadie debe hacer hincapié en el vocabulario de los demás, pues todos tenemos nuestros defectos.

Hay gente que cree estar en posesión de la verdad absoluta, y los que no somos «dioses» tenemos que resignarnos a estar en el umbral de los mortales, en ese lugar en el que una mayoría resignada lucha por permanecer, porque resignarse es aceptar la derrota, y el triunfo ya sabemos siempre para quién es.

Y a veces uno se pregunta: «Si hay tanta gente lista repartida por el mundo ¿cómo es que no se dedican a salvar al país, o mejor aún, a salvar al planeta?». Yo me hago cruces, y pienso «yo debo ser un inútil, o un inepto, porque yo no llegaré nunca a tener semejantes conocimientos, para poder discutir con nadie de esos temas, y con esa autoridad», pero, claro, hay quien le da la razón a los demás, o ve la parte positiva de sus opiniones, y otros, en cambio, sólo ven positivo lo que ellos piensan, o lo que ellos creen, y atacan a los demás de la forma más virulenta, más cáustica o más corrosiva. Seguramente, también se miran todos los días en el espejo y se sienten muy satisfechos de haberse conocido, o de estar metidos en su piel.

Yo no soy quién, desde luego, para señalar a nadie con el dedo, me limito a certificar lo que observo, y no doy más crédito a nadie que el que puede darse cada uno; porque la credibilidad, a menudo, es algo tan subjetivo, que todos los factores que inciden en ella, convergen de una forma que puede ser sutil o áspera, según el momento o según las circunstancias.

Cada uno es dueño de sus palabras o de sus silencios. Los pensamientos de cada uno son libres, no están reñidos con nadie, pero la manifestación de esos pensamientos sí que puede ser algo nefasto, en función de a quién vayan dirigidos o de cómo se dirijan. Pero bueno… Todo esto, seguramente, son simples elucubraciones, a las que no se debe prestar demasiada atención.


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