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José Manuel Pedrós García

Ignorancia

Viernes, 02 Julio 2021 21:07

Dicen que la ignorancia es muy atrevida, y debe ser cierto porque estamos acostumbrados todos los días a ver circunstancias y hechos que lo corroboran. Voy a relatar uno de esos hechos, algo que leí hace un tiempo y me ha venido ahora a la memoria, y que me provocó una sonrisa, al ver hasta dónde podemos llegar en nuestra ignorancia y lo que somos capaces de decir, porque si conociéramos las circunstancias, desde luego, lo silenciaríamos.

Le ocurrió a Maradona, y la anécdota es la siguiente:

En 1987, Maradona cobró medio millón de dólares por jugar un partido de exhibición para el rey Fahd bin Abdulaziz (rey y primer ministro de Arabia Saudita). Tras el partido, el soberano recibió al astro del balón y le regaló una espada como muestra de su amistad. Diego la miró y la clavó en el suelo, según contó en su día su representante, Guillermo Coppola. El rey preguntó si es que no le había gustado, pero el empresario argentino, para tranquilizar al monarca, dijo que le había encantado, y que aquel gesto de Maradona era un símbolo de hermandad. Sin embargo, Maradona le susurró a Coppola: «Me dijiste que me iban a regalar joyas y no esta espada de mierda», a lo que el representante del astro argentino le contestó: «Sólo con el mango de la espada compramos hoy un Rolls-Royce. Sólo con el mango, ¿eh?».

Esta anécdota es sólo una muestra de lo insolentes que podemos llegar a ser cuando nuestra ignorancia se desata. Si Maradona hubiese observado el brillo de las piedras preciosas que formaban parte del mango de la espada, aunque no hubiese sido un experto en piedras preciosas, hubiese podido descubrir que aquella espada tenía un valor muy superior al que a simple vista podía parecer; sin embargo no tuvo ni siquiera el reparo de observar la espada y guardar silencio, porque su cautela no era en modo alguno moderada, y como le ocurre a muchos astros de la popularidad, creía que el hecho de haber llegado donde llegó, le confería algo similar a una especie de ciencia infusa. Y no es así, evidentemente.

Esto nos puede llevar a la siguiente reflexión, reflexión que podemos aplicar al ámbito político, social, económico, cultural y hasta religioso:

Nuestra ignorancia es muy atrevida, en efecto, es tan atrevida que podemos hablar incluso de «la dictadura de la ignorancia», o de «la prepotencia de la ignorancia», pero ¿podríamos hablar también de «la prepotencia del conocimiento»?

Creo que cuando alguien tiene amplios conocimientos de una materia, la observación, la cautela y el silencio, incluso la duda, son lo único que en esa persona se dispara. Y no quiero hacer ningún tipo de demagogia, pero si fuésemos más prudentes en nuestras observaciones y más moderados con nuestras palabras, seguramente nos iría mucho mejor.


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