En 2021 han asesinado a 23 mujeres. 23 personas, 23 vidas, 23 familias destrozadas y amigos desconsolados. 23, un número. Las cifras nos anestesian y los nombres que aparecen en los medios de comunicación no los conocemos, no reparamos atención. Pero de repente, la realidad nos ha golpeado en la cara, una vecina de nuestro municipio fue asesinada el pasado domingo a manos de su expareja, el drama de la violencia de género ha dejado de ser una página en el periódico para ser algo que pasa en tu calle. Conforme se saben detalles de lo sucedido nos vamos conmoviendo más y más. Nuestra vecina, María Soledad, hizo todo lo que la sociedad pide a las víctimas de violencia machista que hagan: denunció, pidió ayuda profesional y consiguió una orden de alejamiento de su expareja, y aun así, no fue suficiente para protegerla de un monstruo. No me quito de encima la sensación de que, de alguna manera, le hemos fallado.

Quien señala al Ayuntamiento de Sagunto se equivoca y desconoce la capacidad que tiene cada administración para asistir a una víctima de violencia machista. He tenido que leer auténticas barbaridades sobre las compañeras del Área de la Dona que me consta que se desviven por su trabajo y atienden con total implicación a todas las víctimas de violencia machista que llegan hasta sus oficinas. Ellas atendieron a María Soledad con todos los medios que tenían. Sin embargo, también hemos sabido por la prensa que el sistema automático de valoración de riesgo de la Policía Nacional determinó que tenía un riesgo bajo de sufrir un ataque y actuaron en consecuencia. Pero, ¿de qué sirve ahora buscar culpables? De absolutamente nada. Busquemos qué ha fallado, analicemos si los protocolos que existen sirven o no, reclamemos más medios para proteger a las mujeres que piden ayuda. Evitemos que esto vuelva a pasar.

La misma semana que vivimos este terrible feminicidio, la representante de Vox en el Consejo Asesor de Igualdad del Ayuntamiento de Sagunto publicaba en este medio un artículo repugnante negando la existencia de la violencia de género. El mismo paripé hacía esta formación política remarcando en sus redes sociales su negativa a integrarse en el minuto de silencio institucional en el Palau de la Generalitat como uno más porque siguen empecinados en que no existe una violencia específica contra las mujeres. ¿Qué más tiene que pasar para que vean que nos están matando? La violencia de los hombres sobre las mujeres es sistemática, la violencia sí que tiene género. Como dice Ana Bernal-Triviño, quienes pretenden equiparar la violencia de género a cualquier otra pretenden eliminar de un plumazo siglos de dominación de los hombres sobre las mujeres y de relaciones desiguales de poder para despolitizar la cuestión y negar derechos a las víctimas. Con todas las evidencias encima de la mesa podríamos decir que esto es necedad o ignorancia, pero lamentablemente es algo mucho peor, es machismo, es misoginia, es un insulto para todas las personas que han sufrido por este motivo.

Pese a la tragedia y las malas personas, me niego a terminar este artículo en negativo. Porque la sociedad del Camp de Morvedre es mucho más digna que algunos de nuestros representantes institucionales. Hemos salido a las calles para llorar la muerte de nuestra vecina y para gritar bien fuerte que ni una menos. El compromiso de las personas de nuestra comarca con la lucha contra la violencia de género es innegable. De la conmoción de lo que estamos viviendo vamos a salir luchando más, reivindicando más, poniendo el cuerpo y alma en que esto no se vuelva a repetir. Nos va la vida en ello.