De perros y gatos

Viernes, 30 Abril 2021 21:08

Hace años, cuando ocurría que un perro o un gato, normalmente jóvenes, hacían sus necesidades dentro de casa, no se les castigaba, sino que se les educaba limpiando las heces u orín con la boca de dicho animal. De ahí la conocida frase restregar el hocico. Ignoro si se hace esto hoy, pero sí sé que entonces daba muy buen resultado. El perro, o el gato, recordaba inmediatamente algo que, además, tiene escrito en sus genes: que esas cosas se hacen fuera de casa, se hace un hoyo y luego se entierran. En los gatos, doy fe, funcionaba de maravillas, con una vez era suficiente. Hoy, las costumbres han variado, y, quizás, sería bueno que en EGB se viesen estos temas.

Viene esto al caso, porque hoy, al ir a tirar el vidrio, me ha costado trabajo echarlo al contenedor porque estaba ocupado con cajas enteras de cartón, seguramente depositados por alguien que no tenía tiempo o instrumentos para desguazarlas y, mucho menos, para llevarlas cuatro metros más adelante, al contenedor del cartón porque, probablemente, no le quedarían energías para llegar, sabiendo que después tocaría regresar a casa, o que no le pillaba de camino hacia donde quiera que fuese. No está la cosa para derroches.

Aunque parezca mentira, la verdad es que me ha sorprendido bastante. Ya me había acostumbrado a encontrar los contenedores de cartón lleno de cajas sin desmontar, llenos de cajas llenas de aire (¿redundancia?) Pues sí. Llenos de redundancias, porque es redundante repetir siempre la misma experiencia cuando te acercas a un contenedor de cartón; es redundante escribir otra columna hablando de lo mismo; es redundante que no exista un policía municipal de barrio que, con su sola presencia, evitaría este tipo de cosas. Sin embargo, esta novedad, ver cajas de cartón vacías, pero enteras, dentro del contenedor de cristal, es tan sorprendente como nuevo para mí. Este pueblo no resulta nada aburrido, aunque solo sea por desesperante.

Invito a la SAG a que publique los kilos de papel que suele recoger en dichos contenedores, el dinero que se saca de ellos y lo que cuesta su gestión. Por favor háganlo, a ver si nos enteramos de lo que nos cuesta, a todos, recoger el papel que se tira en este pueblo... y, de paso, hagan el favor de poner el acento en quien lo paga, porque parece ser que hay quien no se entera.

Volviendo al principio, si dispusiésemos de policías de barrio, esto no pasaría, porque todos sabemos que el miedo guarda la viña y que, algunos humanos, (que no personas) al igual que los gatos y los perros, al no tener posible comunicación verbal con sus semejantes, necesitan para aprender que alguien les restriegue los hocicos en su propia mierda.


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