Personal

Jueves, 18 Marzo 2021 21:09

He gozado estos días en la Alquería dels Flares (Marjals del Moros). Es uno de los lugares cercanos más interesantes para visitar. Me consta que hay conciudadanos que aún no lo conocen, y, no saben lo que se pierden. Vayan, no se arrepentirán.

Sin embargo, me ha llamado poderosamente la atención la dejadez a la que la Consellería de Medi Ambient tiene sometido al huerto exposición que era, para mí, una de las joyas de la corona de dicho CEA (Centro de Educación Ambiental) Se trata de unos huertos en los que se expone al natural la agricultura de la época romana, la árabe, la posterior al descubrimiento de América… un lugar donde llevar a los niños para conocer la naturaleza y nuestra evolución. A pesar de la dejadez comentada vale la pena visitarla.

Pero de lo que quería hablar en esta columna era algo que me ha sugerido esta visita: me llama poderosamente la atención que este lugar, en la práctica, solo pueda ser visitado por escolares, parados y pensionistas. La gente que trabaja, los que nos procuran el pan de cada día, parece ser que no tengan derecho a disfrutar de estos bienes culturales y ambientales, pues este Centro cierra viernes por la tarde, sábados, domingos y fiestas de guardar. Me parece una absoluta falta de respeto a este importante segmento de población.

Lo mismo se puede decir del Centro Cívico, de las bibliotecas municipales, de las salas de exposiciones (Casa de la Cultura, Mario Monreal…) El motivo es fácil de adivinar pues es el mismo de siempre: dinero. Si se abren estos espacios recreativos y culturales hace falta contratar más personal, hay que gastar más, y esto afecta a los presupuestos.

Esto me lleva a una reflexión de tipo general: en este país, cuando se acomete un nuevo proyecto solo se tiene en cuenta su coste de edificación, cuántos ladrillos hay que poner. A veces ni siquiera luego existe presupuesto para “vestir” las instalaciones, mobiliario, maquinaria adecuada, etc. Se pueden construir hospitales sin instalar quirófanos, institutos mal dotados para cumplir sus funciones, talleres sin herramientas, y, sobre todo, no se suele tener en cuenta el personal necesario para obtener el máximo rendimiento de la inversión realizada. Ejemplos de esto es un Horno Alto restaurado pero cerrado durante años por falta de personal, o un Pantalán (ahora “muy llorado” por todo el mundo) que se ha caído por falta de mantenimiento.

Para todo hace falta dinero, pero es curioso, o al menos a mí me lo parece, que teniendo instalaciones a medio uso por falta de personal se hable de invertir en nuevos proyectos que también necesitan personal. Y ahora vuelvo al CEA de la Marjal dels Moros: de los siete empleados que habían inicialmente ahora quedan solo tres.


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