Machismo

Jueves, 18 Marzo 2021 21:07

La semana pasada, un compañero de este mismo medio, hablando del 8 M y del feminismo, decía, más o menos, que sería bueno que todos los hombres, sin excepción, haciendo un esfuerzo, decidiéramos acabar con el machismo de una forma pacífica, sin ninguna clase de violencia física o psicológica; y es cierto, sería algo positivo para todos, pero...

Podemos hablar, en efecto, de un mundo utópico. Todos sabemos que las mayores utopías, en un momento determinado se han hecho realidad; pero hoy por hoy, siendo sensatos, siendo juiciosos, yo no veo viable esta realidad; y no es que no la vea porque no la desee, al contrario, me gustaría —y lo digo con la mano en el corazón— que la violencia machista desapareciera, que el feminismo, como destino igualitario, triunfara, y que todos, hombres y mujeres, lucháramos juntos por un mundo mejor, un mundo donde las injusticias se erradicaran, donde el hambre fuera cosa del pasado, donde todas las personas, sin excepción, tuvieran acceso a una vivienda digna, a una sanidad universal y gratuita y a una enseñanza pública de calidad, donde, en definitiva, desaparecieran las clases sociales polarizadas y no existieran ricos desmesurados y pobres ingentes, sino que todos pudiéramos disfrutar de una economía que nos permitiera vivir con cierto desahogo. En definitiva, que construyéramos un mundo, que creo que necesitamos, y que todos, en mayor o menor medida, deseamos. Es decir, todo eso que está en la mente de muchos y que alguna vez hemos soñado (o hemos anhelado), como una realidad posible a corto o medio plazo.

Me gustaría que todo esto pudiera ser realidad en nuestro mundo; pero este optimismo, quizá un poco resplandeciente y festivo, hoy por hoy, no lo veo viable; y si no es viable, tampoco lo es el que desaparezca el machismo, el que cese esa violencia más o menos generalizada contra las mujeres, el que el feminismo tenga que ahondar cada día más, y las mujeres tengan que luchar con ahínco por sus derechos y su libertad, el que el 8 M sea todos los días y no sólo un día al año en el que bandadas moradas inunden nuestras calles reclamando aquello que les corresponde a las mujeres por derecho y que los hombres, desde tiempos inmemorables, les hemos negado.

Sin embargo, el que no sea en estos momentos optimista, no quiere decir que no lo sea a la larga, porque una cosa es el optimismo desorbitado, el optimismo incluso necio, que no ve la realidad del momento, y otra cosa es que no sea capaz de ver que tanto los hombres como las mujeres merecemos estar en un mundo mejor, donde no haya clases de ningún tipo que perjudiquen a unos en beneficio de otros, o que beneficien a los hombres y perjudiquen a las mujeres. Y creo que si las mujeres tienen mucho que decir en este campo, somos los hombres, fundamentalmente, los que hemos de poner, no nuestro granito de arena, sino nuestra playa entera, para apoyar el que la igualdad sea una realidad más o menos cercana, una realidad que merecemos y que necesitamos con urgencia.


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