Un sitio en Navidad

Viernes, 18 Diciembre 2020 20:08

Acostumbro en este columna que encuadro con el título de “Volver a empezar” a evocar en muchos de mis artículos hechos pasados y compararlos con el presente. Pues bien hoy quiero establecer un paralelismo entre la llamada “Gripe Española” de 1918 con la actual pandemia del COVID-19.

Sé que no soy el primero que cita este paralelismo, sobre todo si tenemos en cuenta que también en 1918 a consecuencia de la gripe española murieron en el mundo más de 30 millones de personas. Y que quede claro que, aunque se conoció como gripe española, los causantes fueron viajeros franceses, combatientes de la guerra mundial (en la que como se sabe España permaneció neutral) que situados en la frontera con Francia llegaban a España y encendieron la pandemia que, meses más tarde se extendió por todo el mundo.

Pero bueno, de lo que yo quiero hablar es que también entonces tuvo dos olas y en la segunda, después del verano, también se les dijo que no hiciesen planes para Navidad. Asimismo en aquella época se insistió mucho en las medidas higiénicas, en el uso de las mascarillas, en las distancias, en el cierre de establecimientos; reducción de aforos y número de personas incluso en las reuniones familiares.

Lógicamente no puedo hablar de cómo acogieron estas medidas entonces, pero sí que me preocupa lo que pueda pasar ahora, porque a ver si con tanto reducir los invitados a la celebración del Nacimiento del Niño Dios, no vamos a dejar un sitio para el protagonista. Estamos esperando con gran alegría el nacimiento del Salvador y no sólo se trata de una tradicional costumbre conmemorativa, sino que realmente debe nacer en nuestros corazones, siempre que le hagamos un sitio. Y una buena forma de hacerle hueco, de prepararnos para su llegada en la próxima Nochebuena, es practicando los valores fundamentales que son pasaporte imprescindible para la entrada en el Reino de Dios, que no hay que buscarlo muy lejos, pues lo tenemos aquí, esperando nuestro paso definitivo para acogernos.

A ver si este año cuando nos deseemos, Felicidad, Paz, Amor, etc. nos hacemos a la idea de que en Navidad no basta con usar mascarilla, gel hidroalcohólico y guardar distancias, ni tampoco con desearnos Felicidad, Paz y Amor, porque los demás serán más felices si nosotros nos hacemos más solidarios, que la Paz la tenemos que establecer nosotros, empezando en nuestro entorno; y que el Amor sólo pude darse con nuestro corazón que, como ya he dicho en alguna ocasión, debe estar funcionando a un ritmo adecuado, sin las obstrucciones que provocan el egoísmo, la envidia y el materialismo. Así es como deseo a todos una Feliz Navidad.


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