El PSOE y Felipe González

Viernes, 11 Diciembre 2020 19:53

Es muy curioso oír decir a Felipe González que se siente huérfano, que no se reconoce en este PSOE de hoy, cuando, a través de sus 141 años de historia, el PSOE ha ido cambiando, ha ido evolucionando en función de las circunstancias del momento y de las necesidades de la población, y él fue el primero que después de alzarse con la Secretaría General del Partido, a raíz del Congreso de Suresnes en 1974, empezó a introducir una serie de cambios en el partido que nada tenían que ver con la ideología del PSOE anterior; y él fue también el primero que dejó huérfanos a cientos de miles de socialistas, al traicionar a todos aquellos que sufrieron persecución, cárcel, torturas y muerte durante la dictadura.

En el XXVIII Congreso Federal, celebrado en mayo de 1979, Felipe González propuso el abandono del marxismo, pero la propuesta no fue aceptada. Este fracaso provocó su dimisión como Secretario General del Partido, la formación de una Gestora y la convocatoria de un Congreso Extraordinario. Este Congreso tuvo lugar el 28 de septiembre del mismo año y en él, Felipe González fue reelegido con amplia mayoría, aprobándose definitivamente el abandono de las «tesis marxistas». Es sólo un ejemplo, aunque se podría citar también el haber hecho expresa renuncia de algunos de sus postulados más sensibles, como su «tradición republicana», o el haber tenido una posición marcadamente contraria al ingreso en la OTAN, siendo frecuente encontrar a dirigentes socialistas en manifestaciones y marchas contra la OTAN, para después, una vez en el Gobierno, decir todo lo contrario y convencernos de que debíamos votar a favor de la entrada en la organización militar.

Esa frase, en la entrevista con Carlos Alsina en el 30 aniversario de Onda Cero: «A mí nadie me manda callar» denota un autoritarismo del que no ha conseguido desprenderse después de estar 24 años fuera del Gobierno, algo así como si fuese él el que tuviera que seguir dictando las medidas que se han de tomar desde el Gobierno actual. Y ese añadido: «Si alguien me manda callar diciendo que es socialista, yo sé que no es socialista» es una forma recurrente de insinuar que los que están ahora gobernando no son socialistas, aunque nadie le haya dicho que debe estar callado; y eso a pesar de ser él el primero que no debe ser muy socialista en la actualidad, porque un verdadero socialista habría renunciado al privilegio de seguir cobrando como expresidente del gobierno, no habría utilizado las puertas giratorias (algo que él mismo dijo en su día que nunca haría un verdadero socialista) y no habría cobrado una fortuna por haber formado parte del Consejo de Administración de Gas Natural Fenosa, aunque —según sus palabras— se hubiese aburrido al no tener que hacer nada en la empresa.

Él mismo dijo también (no hace falta tener mucha memoria para recordarlo) que había jarrones chinos en la política, que estaban muy bien para decorar, pero que no tenían otra misión en la actualidad, pues bien, él puede ser uno más. Como decoración está muy bien, pero nada más.

Nadie le discute el que durante su mandato como Presidente del Gobierno Español, la población adquiriera una notoriedad en Europa y pasásemos de ser el país pobre y decadente, que fuimos durante la Dictadura, a un país próspero e influyente en la Europa de finales del siglo XX. Ese mérito hay que reconocérselo; pero también es cierto el hecho de que durante su mandato el PSOE había conseguido una respuesta en las urnas muy favorecedora, y eso les había hecho, por una parte, no tener que pactar con nadie, por tener una amplia mayoría absoluta, pudiendo hacer todo lo que habían programado (o todo lo que creyeran oportuno), y por otra, endiosarse de una manera solemne, y derivar una gestión positiva hacia una inmoral, porque el GAL, la corrupción de muchos de sus miembros y otras cosas similares terminaron con su hegemonía, haciendo que el poder y el gobierno pasara a manos de otros, que nunca fueron mejores, aunque se lo creyeran, pero que les tomaron el relevo, denunciando su corrupción, para después ser ellos mismos mucho más corruptos.

En la actualidad no hay mayorías absolutas. El voto está muy dividido entre las diferentes opciones políticas, la corrupción se ha visto que en general pasa factura, y lo más natural es que el PSOE pacte con los partidos de izquierda y no con los neoliberales que forman el abanico de la derecha y la extrema derecha. Pero Felipe González está en la actualidad más cerca de esos neoliberales que de las tesis socialistas, y eso es lo que le hace pensar que se siente huérfano, aunque haya sido él mismo el que poco a poco ha ido abandonando el socialismo para introducirse en la guarida del capitalismo más oscuro, formado por los principios de un neoliberalismo que pretende abarcarlo todo, fagocitando a todas las opciones progresistas que pueden hacerle un poco de sombra.


Si le ha interesado esta información, puede unirse a nuestro canal de Telegram y recibirá todas las noticias que publicamos para el Camp de Morvedre. Síganos en https://t.me/eleco1986

Más en esta categoría: « Procusto ¿Ni olvido ni perdono? »

 

 

SUCESOS

SALUD