«Engañadas y explotadas: así ha crecido el abuso contra las trabajadoras del hogar» (Cadena Ser). «Condena histórica de la ONU a España por un caso de violencia obstétrica» (Público). «Los mossos investigan la paliza a una joven transexual en Barcelona» (La Vanguardia). «Sanidad detectó 34 casos de mutilación femenina en la Comunitat Valenciana en 2019, tres de ellos pediátricos» (El Diario). «Las agresiones sexuales en grupo se multiplicaron casi por cuatro entre 2016 y 2019» (Público).
Estos son algunos de los titulares de prensa que aparecen en los medios de comunicación a diario. La violencia contra las mujeres es mucha y muy diversa, el patriarcado siempre encuentra nuevas formas para agredirnos y recordarnos a las mujeres que somos menos. El 25 de noviembre, Día Internacional contra la Violencia Machista, nos acordamos de todas las mujeres asesinadas, pero también de todas las violadas, agredidas, insultadas, menospreciadas, porque la que se ve es la última forma de violencia machista, antes hay muchas otras. Los feminicidios son una cuestión extremadamente grave y todas las violencias que subyacen son inconmensurables, sin embargo, existe cierto interés en únicamente poner el foco en los asesinatos, porque los hombres que asesinan ‘son unos locos’, porque interesa mucho más atribuir la violencia a la locura que a una estructura social que discrimina sistemáticamente a la mitad de la población. Pero no, no son locos, son hijos sanos del patriarcado. Todos son hijos del patriarcado. Los violadores, los que lanzan comentarios indeseados sobre el físico de las mujeres, los políticos que dictan normas discriminatorias o los empresarios que pagan menos a sus empleadas mujeres. Todos.
Después de todo esto, aún estos días proliferan los discursos de ‘Not all men’ (no todos los hombres), la cantinela lastimera de la masculinidad frágil que llora por su orgullo herido mientras que el resto lloramos a nuestras muertas. Ni todos los hombres son feminicidas, ni todos los hombres son violadores, pero da la casualidad de que la práctica totalidad de los feminicidas y de los violadores son hombres. Y las que mueren son siempre las mujeres. Ojalá pusieran el mismo esfuerzo en señalar los comportamientos machistas del resto de hombres de su entorno y educar en igualdad, ojalá se indignaran tanto con las bromas machistas de los colegas o cuando un amigo se comporta mal con su pareja. Porque el caldo de cultivo para el machismo es ese, la normalización de la violencia que se gesta en los chistes y en muchos otros elementos de la cultura popular. La escalada de casos de violaciones en grupo que estamos viviendo nace de cuestiones como que los jóvenes empiezan a ver sus primeros videos pornográficos a los 8 años. Nuestros jóvenes desarrollan su sexualidad pensando que eso que ven a través de sus pantallas es lo normal. Mientras tanto, en la Comunitat Valenciana hemos tenido una de las más terribles oleadas de agresiones sexuales, con cinco casos de violadores en grupo en tres meses, con la implicación de varios agresores menores. No enseñen a sus hijas a cuidarse o protegerse, enseñen a sus hijos a respetar.
Por eso, mientras que todas las violencias no paren, seguiremos saliendo a la calle a gritar por todas esas compañeras que ya no tienen voz porque un feminicida se la ha quitado y por todas las mujeres que sufren violencia cada día en el mundo. Ni siquiera la pandemia ha podido con el movimiento feminista porque sus formas de acción y protesta son de las más creativas. Este 25N las redes sociales se han inundado de mensajes reclamando el fin de la violencia, de canciones o de ilustraciones y las calles de velas, lazos, pancartas o perfomance reivindicativas. A todas las mujeres que lucháis por la igualdad y que tendéis la mano al resto de mujeres del mundo, independientemente de su lugar de nacimiento, clase, orientación sexual o identidad, sois mi orgullo y un motivo para seguir en pie en un mundo que nos desprecia y agota cada día. Y todos los hombres que entendéis y respetáis la lucha de las mujeres, que señaláis los comportamientos nocivos de vuestros iguales y que acompañáis y sabéis callar para aprender de las compañeras, os quiero a todos a nuestro lado. Seguimos luchando contra esta lacra.
