Nadal

Viernes, 23 Octubre 2020 19:03

A raíz de haber ganado su Roland Garros número 13, lo que le sitúa en la cumbre de los tenistas (masculinos) con más torneos de Grand Slam ganados (20 en total) en su carrera deportiva, se han sucedido en las redes sociales infinidad de comentarios sobre la gesta del tenista español. Una gran mayoría son manifestaciones de elogio y admiración, pero algunas son críticas hacia su ideología política (no sé por qué), hacia sus declaraciones, incluso hacia ciertas actitudes del tenista, que siempre, los mal pensados, buscan situarlo en ese lado derecho más censurable.

Sin embargo, creo que el hecho de que, por ejemplo, abrazara la bandera española, o llorara en París cuando sonó el himno, no lo hacen, a mi parecer, apropiarse de esos iconos, sino sentirse orgulloso de haber ganado un torneo más de esa magnitud como representante de nuestro país. También Pedro Sánchez se rodeó de una gran bandera española en algunos de sus mítines previos a las elecciones; o escucha con agrado el himno de España cuando suena en algún evento, dentro o fuera del país; o lleva en la mascarilla la misma bandera de España diminuta que lucen la mayoría de los miembros de la derecha; y no creo que nadie se atreva a cuestionar la ideología del presidente del gobierno, ni a tildarle de coquetear con la derecha.

Pero aquí tenemos tendencia a clasificar a las personas en función de su ideología, y creo que deberíamos separar una cosa de otra, y catalogarlas como buenas o como malas, como admirables o como detestables, como inteligentes o como necias, y así con todas las cualidades positivas o negativas que cualquier persona pueda tener.

Hay un comentario en Facebook sobre «Nadal y la izquierda oficial» que me ha llamado la atención, porque por una parte apunta cosas importantes, pero por la otra se le ve a su autor demasiado «el plumero», porque generaliza en algunas cuestiones en las que no debería hacerlo. Es más bien un artículo denso (para una red social), del que he osado sacar lo más sustancioso (al menos, para mí). Dice así: «Me atrevo a conjeturar que el día en que haya una izquierda en este país que tenga a Nadal como ciudadano ejemplar habremos dado un extraordinario paso adelante. No solo por lo que implicaría de cambio de actitud ante el nacionalismo (insolidario, chantajista e intimidatorio), o por el respeto a la pluralidad de ideas (también a las que no coincidan con las propias), sino por la admiración al talento, al carácter, al trabajo en equipo, a la consideración del error como oportunidad de mejora, a la fidelidad al entorno de origen, a la generosidad en el trabajo, al juego limpio, a la elegancia en la victoria y en la derrota, al entrenamiento como punto de partida, al deseo de presión como única manera de ponerte a prueba, a la humildad siempre... ¿Quién conoce un solo gesto de altanería o prepotencia en Nadal? En los juegos olímpicos comía con los demás deportistas y eso le suponía pasar horas cada día firmando autógrafos. Etcétera, etcétera. Si la izquierda no se reconoce en estos valores, ¿qué coño es la izquierda y a qué y a quién sirve?».

No quiero cuestionar para nada las ideas de este señor, aunque creo que todas sus buenas palabras son eclipsadas por algunas connotaciones y por un final que parece hecho, como suele decirse, con «las patas de atrás». Sin embargo sí pienso que debemos sentirnos orgullosos de tener deportistas como Nadal, que además de presumir de su país y llevarlo en el corazón, sigue viviendo en Mallorca y sigue tributando aquí. Con esto no es que haga nada del otro mundo, desde luego, porque una mayoría de los españoles vivimos en nuestro país y declaramos también aquí todos nuestros ingresos, eso es lo lógico; pero considero que nada hay que reprocharle al manacorí, como parece que ha hecho algún miembro de esa izquierda a la que alude el comentarista, metiendo a todos en el mismo saco. ¿Pueden ser esos la excepción que confirma la regla?

Pueden ser. ¿En todas partes cuecen habas? En todas. Desde luego, somos lo que somos, y casi nunca tiramos piedras al tejado de nuestra ideología, aunque sí lo hacemos al tejado de la ideología ajena; pero hemos de valorarlo todo, no sólo aquello que se ajusta a nuestro color político.

De cualquier forma, y para que el autor del comentario en Facebook vea lo que es la «izquierda oficial», adjunto la noticia que ha aparecido hace sólo unos días. «El Gobierno entregará a Rafael Nadal la Gran Cruz de la Orden del Mérito Deportivo, la máxima condecoración, después de su victoria en la última edición de Roland Garros, la 13ª de su carrera y la que le ha permitido igualar a Roger Federer como el jugador con más torneos de Grand Slam en la historia (20). La portavoz del ejecutivo, María Jesús Montero, también ministra de Hacienda, ha anunciado dicha distinción en rueda de prensa: “El Consejo de Ministros —ha dicho la ministra— ha otorgado la Gran Cruz de la Orden del Mérito Deportivo a Rafa Nadal. Poco hay que mencionar del currículum de este deportista, fuera de serie también fuera de las pistas. Con sólo 34 años, ha conseguido 20 torneos de Grand Slam, ha sido medalla de oro en los Juegos Olímpicos, cinco veces ganador de la Copa Davis y trece veces ganador de Roland Garros”».

Como se puede ver, hay una izquierda (la oficial) en este país que tiene a Nadal como ciudadano ejemplar, y no tiene en cuenta para nada su forma de pensar sino lo que es capaz de hacer deportivamente, como creo que se debe hacer en cada ámbito, en cada profesión y en cada circunstancia.


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Modificado por última vez en Viernes, 23 Octubre 2020 16:44

 

 

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