Política y ética

Jueves, 08 Octubre 2020 19:08

La política se va alejando de la ética cada vez más. Decía Trump, en el transcurso del debate electoral que él, como todo mundo, odia pagar impuestos, y por eso emplea ingeniería financiera para evitarlos. Una ingeniería que le permite a una de las personas más ricas del mundo pagar unos 750 dólares al año de impuestos.

Esto no es un fenómeno local ni aislado. Es algo que está muy extendido a lo largo y ancho del globo. Una parte de los ciudadanos sueña con defraudar a Hacienda, que bajen los impuestos, o hacer la declaración más económica posible. Soy consciente de que este modo de pensar está muy generalizado y que, a muchos de los que me lean, les sorprenderá que parezca que me sorprenda. Sé también que una parte de los que se quejan de lo mal que están los servicios sociales, la educación y la sanidad pública, son los que sueñan con no cotizar o hacerlo lo más bajo posible. ¿De dónde creen que sale el dinero?

Este terrible cáncer, además de una vergüenza ciudadana, cuando es el caso de un político, para mí, debería estar catalogado y perseguido como delito. Siguiendo con el caso referido de Trump. ¿Cómo es posible que un defraudador confeso no haya sido destituido y no esté ya en prisión? Y… mucho peor aún: ¿Cómo es posible que la gente esté dispuesta a volverle a votar? ¿Es que esa gente es idiota?

Disculpen esto último. Era una pregunta retórica: ¡claro que son idiotas.!

En general, somos tan idiotas que dejamos que nos vendan una “democracia” en la que los encargados de gestionar los intereses públicos lo hacen en favor de empresas privadas; políticos que degeneran a propósito los servicios públicos de salud y cuando ellos se ponen enfermos… se van a sus clínicas privadas; políticos que, si se tienen que aislar, se van a un hotel de lujo.

Yo aspiro a un sistema en que esté claro que los políticos tengan claro que tienen que potenciar el Sistema Público de Salud, primero porque ese es su trabajo, y segundo porque tanto él como su familia más cercana estarán obligados a ser atendidos en la Sanidad Pública en las mismas condiciones que cualquier ciudadano; quiero políticos que potencien la Educación Pública, porque para eso han sido elegidos, y en el que sus hijos se eduquen en Centros y Universidades Públicas. Políticos que defiendan y potencien la igualdad de la mujer en todos los terrenos; y también las pensiones públicas; también los derechos laborales y sindicales; y que no deformen ni pretendan transformar una reclamación o una manifestación en un ataque al Estado de Derecho. En dos palabras: políticos decentes.


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