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Miguel Álvarez Lozano

La Curia romana

Viernes, 02 Octubre 2020 19:09

La palabra curia definía, en la antigua Roma, a las diferentes zonas en que se dividía la ciudad, refiriéndose principalmente a sus habitantes. Es decir, esta palabra venía a significar lo mismo que, más o menos, define el término tribu. No lo digo yo, esto es cosa de la Wikipedia. Pues bien, todos conocemos multitud de historias horribles sangrientas, retorcidas e inhumanas perpetradas por esta tribu que desde hace dos mil años se denominan a sí mismos la Curia Romana. La Historia está tan saturada que ya cansa y aburre.

Pero… la Curia cansa, pero no descansa. No se trata, de un juego de palabras, ni un slogan para ser coreado en una manifestación o rotularla en una pancarta. No. De lo que se trata es de recordar algo muy importante: esencial.

No voy a hablar aquí de hechos históricos, es legítimo hacerlo, pero no lo haré. Hablaré del siglo XXI para complacer, por esta vez, (advirtiéndoles que no lo tomen por costumbre) a aquellos que detestan “la memoria histórica” y que rechazan (habría que saber el porqué) aquello tan sabio de que, “un pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla”.

Así que hoy me quedaré en este siglo; mejor aún, en el día 17 de este mismo mes. Estamos en el Ayuntamiento de Sevilla. Acto solemne en el que se le concede al Arzobispo, Monseñor Ajenjo, el título de Hijo Predilecto de la Ciudad.

No podría estar más indignado: no hablaré del pasado, no recordaré al tristemente famoso Cardenal Segura, también de Sevilla, que, solo 15 días después de proclamarse la II República, lanzó a los vientos “Cuando los enemigos del Reinado de Jesucristo avanzan resueltamente, ningún católico puede permanecer inactivo”. Ni tampoco recordaré su frase en plena Guerra Civil: “La causa carlista es la causa de Dios”. Me ceñiré únicamente a los tiempos actuales donde el ínclito Cardenal Ajenjo, ese hijo… predilecto, ha “inmatriculado”, la Mezquita de Córdoba, la Giralda y el Patio de los Naranjos, entre otros bienes públicos.

Pero no vayan a creer ustedes, lectores, que la cosa para ahí: desde que Aznar se lució con esta ley, la Iglesia lleva ya realizadas (con Aznar, Zapatero y Rajoy) más de ¡¡¡35.000!!! inmatriculaciones. La Mafia palidece de envidia cochina.

Siguiendo con la Memoria Reciente tal como prometí al principio, les solicito que se anoten quienes han votado positivamente esa distinción al dicho sujeto: el PP, por supuesto, Ciudadanos, por descontado y ¡¡el PSOE!!… por inspiración divina.

Recordando que los del PSOE pusieron de moda las sevillanas, les rogaría, por favor, que no vuelvan a cantar más aquello de “Cardenal de Sevilla y ¡olé! Torre del Oro”. Basta ya de dar malas ideas.


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