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Miguel Álvarez Lozano

Watergates

Viernes, 18 Septiembre 2020 19:07

Algo gordísimo tiene que pasar en este país para que algún magnate, algún alto funcionario pueda ir a la cárcel o, siquiera, pueda ser destituido de su cargo.

Vemos en el cine de Hollywood como en EEUU, si se puede demostrar culpabilidad, cosa difícil tratándose de gente poderosa, la ley actúa y esa persona paga, por sus acciones o simplemente por mentir. Todos conocemos las historias de Al Capone, Nixon, Clinton…

Vemos en el cine italiano la dura lucha contra la mafia y los sinsabores que aquejan a aquellos que la lideran. Pero allí, de vez en cuando, cantan alguna victoria… Bettino Craxi el líder del Partido Socialista que tuvo que salir por piernas, el banquero vaticano Calvi que se ahorcó… o lo ahorcaron, etc.

Los españoles conocemos esas cosas por el cine, porque aquí nunca pasa nada. Decenas de años hablando de Billy el Niño y este se murió, los ingenuos dicen que de viejo, pero yo diría que de risa, y lo hizo semanas después de haber sido homenajeado en una comisaría de Madrid y cuatro condecoraciones con sus sobresueldos correspondientes.

Este es un país en el que sus altos dirigentes se dan por ofendidos si una jueza argentina llama a declarar a Martín Villa por la masacre de Vitoria, mientras al juez que se atrevió a procesar a Pinochet lo han echado de la judicatura… bueno, tampoco es exactamente así, es que, además, tuvo el atrevimiento de querer tomar en sus manos el caso Gürtel. Hasta ahí podíamos llegar.

Pero tampoco hay porque dramatizar, las cosas son así. Todos sabemos que el sistema judicial y policial es el que dejó Franco atado y bien atado, con algunos ligeros maquillajes, por tanto, es lo que hay.

Otra cosa es el sistema político: ahí sí que ha cambiado la cosa. Ahora tenemos una democracia, no orgánica como antes: esta es de las buenas. Un sistema donde existe un parlamento en el que (hablando de corrupción) si alguien a nivel particular, o un partido, o un gobierno hace una fechoría, le toca dar la cara en una sesión especial donde es acosado a preguntas por los representantes electos del pueblo, para que él, o los, interfectos acusados, se descojonen de risa y exijan que hay que respetar el principio de inocencia y que, mientras su caso esté en los tribunales… perdón, en SUS tribunales, no contestarán a ninguna cosa que no les gusten o les puedan poner triste.

En cualquier país, me atrevería a decir que incluso en alguna que otra república bananera, el PP del caso Gurtel hace años que estaría ilegalizado, pero si se le añade la trama mafiosa del caso Kitchen toda su cúpula estaría ya en la cárcel.


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