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José Manuel Pedrós García

El emérito

Viernes, 04 Septiembre 2020 19:06

Durante este verano, además de hablar de los rebrotes del Covid-19, de algún accidente aéreo y de otras tragedias que asolan nuestro mundo, la imagen del emérito marchándose de nuestro país a un lugar indeterminado ha llenado muchas páginas y ha ilustrado con titulares muchos telediarios. Lo de menos es saber dónde se ha ido (ahora ya lo sabemos), lo importante es saber por qué se ha ido; y se ha ido porque lo han perdido las mujeres y el dinero (a los Borbones siempre les ha sucedido lo mismo), y esto ha hecho que una parte importante de la población se plantee la posibilidad de decidir si sería conveniente mantener nuestra monarquía o pensar en instaurar una nueva república.

Los partidarios de la monarquía enseguida han saltado, pulsando las alarmas, para indicar que las dos repúblicas que tuvimos con anterioridad los españoles ni duraron mucho, ni produjeron ninguna estabilidad, ni unieron a los españoles, sino que más bien fue todo lo contrario; y que, en cambio, la monarquía trajo a nuestro país la estabilidad, la democracia, la libertad y una paz que antes no habíamos disfrutado. También esos mismos hablan de que el comunismo es lo peor que le puede pasar a un país, porque no crea riqueza alguna, convirtiendo a la gente en parásitos del estado, pero sin embargo vemos cómo todos los países occidentales, en los que el capitalismo impera, enriquecen cada vez más a los ricos, empobrecen a la clase trabajadora, y anulan la clase media.

Es cierto, no hay que dudarlo, que tras la muerte del dictador se instauró en nuestro país un régimen democrático, en el que todos los partidos políticos tuvieron la opción de ser elegidos en las urnas, y que la falta de libertad que durante el régimen franquista nos asolaba, se matizó hasta llegar a convertirse en el régimen político que ahora disfrutamos. Pero la llegada de la democracia a nuestro país no hay que adjudicársela a Juan Carlos I sino a la lucha del pueblo español, que lo demostró durante los últimos años del franquismo: en los astilleros de Vigo, en la minería de Asturias, en las fábricas del País Vasco, en la construcción en Madrid, Barcelona y Andalucía. En todos estos puntos se sucedían las manifestaciones a favor de la democracia y la libertad, como lo hacían también los estudiantes de muchas de las facultades universitarias. Es decir, si la democracia no se hubiese instaurado durante el reinado de Juan Carlos se hubiese tenido que hacer, ineludiblemente, durante el mandato de otra persona (la que ocupara la Jefatura del Estado).

También se habla de la bondad de aquella constitución de 1978, que se firmó con el acuerdo de una mayoría de las fuerzas políticas de entonces, pero no se dice que dejó una serie de grietas que nunca se han llegado a subsanar, y que es ahora cuando vemos que aquellas grietas deberían rellenarse cuanto antes para evitar que una parte importante de la población no se sienta infravalorada y despreciada. Una de esas fisuras sería el que los españoles pudiéramos decidir si queremos seguir manteniendo esta monarquía vetusta, que no nos aporta demasiado y que a quien más beneficia es a la corona, o cambiarla por una república como la que disfrutan muchos de nuestros países vecinos, porque esto no va a cambiar nuestra forma de pensar, ni nos va a enfrentar como en el 36, ni van a ser las armas, como entonces, las que decidan cual va a ser el bando vencedor. El pueblo español ya es lo suficientemente maduro, su ignorancia ha quedado arrinconada y cree, por encima de todo, en la democracia y en la ley.

Siempre he pensado que Felipe VI tuvo una oportunidad histórica que nunca había tenido antes ningún otro monarca. Si cuando su padre abdicó, él hubiera promovido un plebiscito para que el pueblo español decidiera si quería mantener la monarquía o sustituirla por una república, creo que una mayoría hubiese votado por la monarquía, y entonces el rey hubiese tenido el respaldo de esa mayoría de su pueblo y no habría sido el heredero del heredero del dictador. ¿Es ahora demasiado tarde para formular un referéndum? Nunca es tarde si la dicha es buena, y votar en un país democrático es lo más sano que se puede hacer.


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