Una minoría

Viernes, 07 Agosto 2020 19:05

La mayoría de las personas nos consideramos normales, creemos que no necesitamos ningún tipo de ayuda psicológica y caminamos por la vida arrastrando nuestros traumas, nuestras obsesiones, nuestros miedos, nuestras contradicciones, nuestros delirios, nuestras quimeras, nuestras alucinaciones, nuestros desvaríos, nuestros desatinos, nuestra agresividad, nuestros despropósitos, etcétera, es decir, todas aquellas cuestiones que nos deshumanizan y hacen que nuestra conducta no sea todo lo racional que de nosotros, como especie supuestamente superior, se espera. Pero además de eso, muchas de estas personas trasmiten (o trasmitimos) a las demás todas sus incongruencias, creyendo que son los otros los que están poseídos por ideas equivocadas. Algunos de ellos se dedican a la política, y se consuelan con el poder que les otorga su estatus, y se consideran felices imponiendo su voluntad o modificando las normas a su antojo.

Hay otras personas que sí que aceptan tener ciertas deficiencias en su conducta o en su personalidad, y acuden al especialista que más a mano tienen para recibir ayuda psicológica. Algunas no consiguen eliminar por completo sus delirios, sus miedos o sus traumas, pero consiguen suavizarlos de tal forma que el trato con el resto de los mortales se normaliza, llegando incluso a conseguir momentos de felicidad, en los que el respeto hacia los demás y la tolerancia son los canales más rectos y más adecuados por los que circula su vida. Es decir, no imponen (ni pretenden imponer) su voluntad y consiguen que la dicha sea una cualidad que a menudo les adorna.

Por último hay unos pocos, llamados vulgarmente artistas, que encauzan y dirigen todo aquello que posee su personalidad o su carácter, y que les emociona, y que en determinados momentos puede llegar a ser potencialmente negativo, plasmándolo en la música, la pintura, la literatura, la danza, o cualquier otra rama artística, llegando de esta forma, no sólo a evadirse de todos aquellos complejos, obsesiones y traumas que les acosan a diario, sino que los revierten hacia algo que puede exaltar la contemplación y la admiración de todos los demás, y de esa forma consiguen una doble intención: liberarse de aquello que les ofusca y hacer por los demás algo que les alegre los sentidos. Si además de todo esto, pueden también lograr que el arte sea su profesión, su medio de vida, entonces, seguramente, no se van a desprender de esa profesión en ningún momento de su existencia.

Pero a menudo sucede que los artistas son personas a los que admiran los demás, los amigos y esos que tienen inquietudes similares, porque en el ámbito familiar, están tan consagrados a su arte y tan imbuidos en su disciplina, que se abstraen por completo del entorno que les rodea, llegando incluso a olvidarse de las necesidades más básicas o más primarias que necesitan realizar.


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