Nuestro pequeño gran comercio

Viernes, 19 Junio 2020 19:07

No me imagino un pueblo sin pequeños comercios, sin escaparates ni luces o clientela que entra y sale, qué triste sería pasear por sus calles. Los comercios de proximidad son los que acaban siendo nuestros proveedores de bienes y servicios más cercanos, no solo a nivel físico, sino también por la atención personalizada y este tipo de negocios estás pasando por serias dificultades después de haber tenido que bajar la persiana durante tres meses de confinamiento. Ahora que abren de nuevos sus puertas, qué alegría me da poder volver a visitarlos de nuevo... Bajar a la papelería donde ya nos conocemos o al bar en el que saben qué voy a tomar, porque es así, no hay nada mejor que el comercio de proximidad. Ahora más que nunca toca apoyarles y estar con ellos y ellas, pues son los que han estado cerca de la gente en los tiempos duros y los que más difícil lo tienen ahora para volver a ponerse en marcha. En muchos comercios de barrio se han esforzado por atender a los vecinos y vecinas en tiempos de pandemia, llevando las compras a casa e ingeniándoselas como han podido para seguir prestando servicio. En nuestro pueblo ya hemos vivido de primera mano lo que supone la desaparición del comercio de barrio de nuestras calles y no nos podemos permitir que más comercios sigan bajando la persiana. Por ejemplo, pienso en cómo eran las tardes en lugares como la avenida 9 de octubre de Puerto de Sagunto, el bullicio de la gente haciendo sus compras y lo vacía que suele estar ahora y me entra una profunda tristeza.

En estos tiempos muchas PYME y autónomos han podido sobrevivir gracias a las ayudas que han dado las administraciones y el aplazamiento de impuestos, pero es el momento de ir más lejos, porque quien más daño hace a los pequeños comercios son las grandes multinacionales del comercio electrónico que apenas pagan impuestos en nuestro país y tienen beneficios multimillonarios, es el momento de ser más exigentes a nivel fiscal con estas empresas para poder rescatar a las más pequeñas, como se planea hacer muy pronto con la llamada ‘tasa Google’. Y es que, por ejemplo, en 2019, Amazon facturó 2.168 millones de euros con sus ventas en España mientras que la tributación de la parte del negocio que da beneficios la hizo y sigue haciendo en Luxemburgo. Igualmente, también son necesarias políticas que ayuden a la digitación del comercio más humilde, que necesita formación, financiación y apoyo para poner en marcha iniciativas que permitan aunar la comodidad de las compras online con la supervivencia de las PYMES.

Aunque las políticas públicas son las que tienen mayor capacidad de equilibrar la balanza, las consumidoras también tenemos el poder de apoyar a determinadas empresas o decidir no apoyar a otras. En el mundo capitalista en el que vivimos sería irreal por mi parte pretender que cada compra que hacemos sea absolutamente ética, pero vale la pena pararse a pensar un segundo si ese gasto que tenemos pensando hacer irá a la cuenta de resultados de una gran multinacional o directamente al bolsillo de una familia que vive gracias a ese negocio de barrio. En esta ‘nueva realidad’ nos podemos hacer este pequeño propósito, para ser más solidarias y solidarios con nuestros vecinos y vecinas. Recuperemos la sana costumbre de salir a hacer compras dando un paseo, renovemos el armario gracias a las tiendas de ropa que quedan desperdigadas por el entramado urbano, compremos un libro allí donde una persona especialista nos podrá recomendar algo adaptado a nuestros gustos o adquiramos productos frescos donde miran al detalle la calidad. Con pequeños gestos podemos ser más amables con el medioambiente y con nuestra comunidad.


Si le ha interesado esta información, puede unirse a nuestro canal de Telegram y recibirá todas las noticias que publicamos para el Camp de Morvedre. Síganos en https://t.me/eleco1986

 

 

SUCESOS

SALUD