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Manuel González Sánchez

Encarcelado en mi propia casa

Viernes, 24 Abril 2020 19:05

Imaginen ustedes que un delincuente a punta de pistola les impidiera salir a la calle. La lógica dice que llamaríamos a la policía para que lo redujera, es decir, las autoridades se esforzarían por restituir el orden, con lo que los ciudadanos podrían volver a una situación de normalidad. Prevalecerían los derechos de los ciudadanos.

Paradójicamente, en este momento se nos está impidiendo, disfrutar de un derecho fundamental, la libre circulación, porque aseguran que habrá incívicos que incumplirán las normas que se implanten para acabar con este encarcelamiento en casa que nos han impuesto con el estado de alarma, más bien estado de excepción. Algunos argumentarán que el impedimento a que ejerzamos nuestra libertad de circulación viene condicionado por el intento de evitar que se extienda el COVID-19, pero ya me dirán ustedes que mal haríamos los ciudadanos si saliéramos a la calle siguiendo las indicaciones de no hacerlo en grupos, o solo junto a aquellos con los que convivimos, y manteniendo la separación adecuada de otras personas. Que me explique alguien que mal haríamos por el mero hecho de salir a pasear o hacer deporte siguiendo las normas marcadas. No existe justificación para negarnos esto.

No señores. No acepto esta situación. Aún así, cumplo con mis obligaciones ante el mandato gubernamental y me quedo en casa; sin embargo, las autoridades incumplen con su obligación de defender nuestros derechos básicos, pues ante la posible acción de los incívicos acaban con nuestra libertad, por tener miedo a su incapacidad para gestionar la situación. De hecho, nos están negando un derecho recogido en la declaración de derechos humanos y también en nuestra constitución, que concretamente en el artículo 19, dice lo siguiente: “Los españoles tienen derecho a elegir libremente su residencia y a circular por el territorio nacional. Asimismo, tienen derecho a entrar y salir libremente de España en los términos que la ley establezca. Este derecho no podrá ser limitado por motivos políticos o ideológicos”

Es evidente que hay un mandato del documento que regula nuestro estado de derecho, una norma que nuestras autoridades están obligadas a cumplir. Vale, acepto el encierro en el límite de nuestras fronteras, impuesto también en el exterior, pero no me parece de recibo el sometimiento de una buena parte de la población a unas normas excesivamente severas, salvo que nos oculten alguna información, lo cual sería aún más grave. Es inexplicable que permitan salir a los niños una hora para evitarles daños psicológicos, pero que se olviden de los jóvenes y adultos…Que me lo expliquen…

Hay millones de ciudadanos que suspiramos por salir a dar un paseo, por hacer deporte o simplemente para tomar el sol. Las normas que nos pueden exigir son controles horarios, caminar en solitario o en pareja. Estoy convencido de que muchos de nosotros aceptaríamos estas exigencias y sería muy bueno para nuestra mente y nuestra salud, al mismo tiempo que supondría un mayor respeto a nuestra libertad de movimiento. Pero no, tras el estado de alarma se esconde el mayor atentado contra nuestras libertades que yo recuerdo. En lugar de velar por nuestro derecho a la libre circulación, se pliegan al miedo al incivismo de unos pocos. En lugar de ser valientes y apostar por castigar a quienes presuntamente incumplirán unas normas menos restrictivas, utilizan las fuerzas de seguridad para castigarnos a todos.

Los ciudadanos españoles estamos dando una auténtica lección de comportamiento y civismo, siguiendo las indicaciones de las autoridades y sometidos a unas restricciones bajo mi criterio inaceptables. En Europa, con la excepción de Italia, se está actuando de manera diferente con un confinamiento más leve. En Francia o Portugal se puede salir a pasear o a hacer deporte, en Inglaterra incluso se puede salir en familia. En todos los casos respetando las distancias de seguridad con otros ciudadanos. En Alemania, incluso el gobierno, a través del ministerio de sanidad, recomienda salir a pasear o a practicar deporte de manera diaria, bien es verdad que allí el confinamiento solo ha sido obligatorio para aquellos que han dado positivo por coronavirus. Tampoco pido que nos apuntemos al desafío de los países bajos, en los que apenas ha habido restricciones

Lo que estoy reclamando desde estas líneas, es que respeten a los ciudadanos, porque con las políticas aplicadas están sembrando el terror y la histeria colectiva, obligándonos a confinarnos y manejando la información que recibimos en nuestros hogares, adoctrinando de manera vergonzosa a través de determinados medios de comunicación públicos y privados. No, no acepto esta situación. El momento es grave por la enfermedad que nos ataca, pero las consecuencias de este encierro pueden ser muchísimo más graves.


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