Ahora y después

Viernes, 17 Abril 2020 19:07

Mi generación, los nacidos en la postguerra, y con nosotros generaciones posteriores, debemos tener consciencia del privilegio de estar entre las pocas generaciones en la Historia que no ha sufrido una sola guerra, aunque hayamos tenido sobre nuestras cabezas la terrible posibilidad de padecer una, atómica, de enormes dimensiones, un cataclismo que nadie absolutamente podría evadir.

Esto es otra cosa, no tiene nada que ver, pero en la práctica parece que estemos frente a un problema con aspectos similares. Aún no sabemos mucho, se está escribiendo una historia nueva, pero si la cosa se sigue desarrollando tal como hasta ahora, da para pensar que pareciese que, haciendo un símil, estemos ante una guerra convencional de desconocido alcance.

Realmente, por mucho que nos desagrade la idea, los que estamos en casa hemos de estar pendientes de dos cosas: de que a nosotros mismos, a nuestros parientes, amigos y allegados, a los que no nos ha tocado estar en el frente, no nos pase nada; estando atentos a diario del parte de bajas por si le ha tocado la china a uno de nuestros seres queridos. Los que están en el frente, en este caso sanitarios, celadores, samur, policías, etc, deben estar muy pendientes de su propia seguridad, pero sabedores de que los suyos, en casa, tampoco están a salvo, pueden caer víctimas de un bombardeo, porque este virus lo mismo te da de frente como una bala o bien te puede caer encima como una bomba. Nadie puede sentirse seguro.

Por eso hoy los noticieros se parecen tanto a los partes de guerra y nos hablan de bajas, de combates, de estrategias, de ánimos para continuar la lucha. No exageran, hablan de lo que toca y en un lenguaje inteligible.

En una guerra convencional, por lo que nos cuentan, domina al principio la perplejidad, nadie termina de creerse del todo lo que tiene ante sus ojos, todo parece un mal sueño. Por ello, al igual que recomendaba la pasada semana, hay que estar atentos a nuestros generales y a su estado mayor: ellos tienen toda la información, tienen a los expertos y son los que determinan las estrategias y las tácticas. Los demás, lo único que podemos hacer es no olvidar que somos seres sociales y que, solos, no vamos a ninguna parte. Los ricos tampoco, por eso algunos parecen haber reaccionado y están arrimando el hombro. Ellos saben mejor que nadie que sin trabajadores esto no funciona.

Pero al igual que resalto que AHORA estamos todos en el mismo barco y que solo debemos pensar en remar al ritmo que toca, lo que sería el colmo de la estupidez es que no aprendiésemos de esta lección para el DESPUÉS.


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