Un mes

Jueves, 09 Abril 2020 19:10

Estamos ya a punto de cumplir el primer mes de confinamiento. El Gobierno de España se ha tenido que enfrentar a un toro impresionante, aunque no cabe duda de que todo es mejorable, claro que sí, pero en Francia se acercan ya a los 11.000 muertos, en el Reino Unido pasan de los 7.000 y en los EEUU rozan los 15.000 finados, mientras que los italianos rondan los 18.000 fallecidos, por lo visto, este astado, llamado coronavirus, no se torea bien en ninguna plaza, salvo en la de Berlín, donde los resultados son verdaderamente inquietantes. En Alemania los contagiados superan ya los 113.000 y los que han perdido la vida son poco más de 2.300. Da que pensar, ¿verdad? Solo hay dos opciones: o los teutones cuentan los fallecidos con otro método o lo están haciendo mejor que en el resto de los países citados.

De este episodio hay que sacar alguna lección, la primera es que lo de bajar impuestos y vaciar las arcas del Estado perjudica seriamente la salud, tal y como estamos comprobando en estas fechas donde nuestros compatriotas están cayendo por miles. Es verdad que cualquier sistema sanitario, por robusto que sea, se puede saturar, pero cuanta mayor sea su capacidad de respuesta, más vidas se podrán salvar. Para justificar las bajadas de impuestos, que, sobre todo, benefician a las rentas más altas, nos dicen que donde mejor está el dinero es en el bolsillo de los ciudadanos. Sin embargo, esta afirmación es más bien falsa, pues a la inmensa mayoría de asalariados les afectan poco esas reducciones impositivas, en todo caso, les ocasiona más perjuicios que beneficios, porque, al reducirse la recaudación, hay que aplicar recortes, con lo cual, cada vez que menguamos el presupuesto de la sanidad pública, clavamos otro clavo al ataúd.

No perdamos de vista que el neoliberalismo extremo está extendiendo la pobreza y la precariedad por toda Europa, de ahí la necesidad de poner dinero en circulación, a base de reducir impuestos, para que no caiga el consumo, pero los salarios bajos dan para lo que dan, por eso no terminamos de salir de una crisis cuando ya entramos en otra. Es por este motivo, precisamente, por el que se empieza a ver factible, incluso desde los ámbitos neoliberales, la implantación de una renta básica, es decir, los impuestos de todos se quieren utilizar para corregir en parte los errores que genera el propio sistema económico. Pero esa no es la solución. Eso es repartir miseria. Lo que hay que hacer es dotar al país de un sistema productivo potente que no se vaya al garete a las primeras de cambio, como está ocurriendo.

Entretanto, recordemos una semana más que seguimos sin respuestas de Europa. Lamentable.


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