No somos nadie

Jueves, 09 Abril 2020 13:47

Sucumbí. Cedo. Entro al trapo. Olvido el propósito.

Saturado, me hice el propósito de que, en esta columna, no se acogería el asunto de una cosa tan diminuta como un virus. Algo que no huele, no se puede saborear, palpar, escuchar, y sólo unos privilegiados ver a través de un sofisticado microscopio. Pensé que pasaría relativamente rápido; y ya había suficiente artillería gubernamental, de la oposición, tertulianos, columnistas, opinadores, plumillas, Medios, afrontando la realidad o creando una artificial, paralela. Hasta llegar a aburrir. Hasta martirizar. Hasta hacernos (por lo menos a mi cerebro) huir buscando alimento diferente y nuevo.

Me he dado cuenta que una vez que nos han robado el mes de abril es prácticamente imposible desconectar del todo. Son muchas las interferencias y condicionantes: familiares, amigables, de conocidos, de las leyes, como para poder aislarse, sin querer ya saber de datos, de matemáticas, de gráficos, de sensiblería, de aplausos, de comparecencias, de uniformados ante un atril, de hipocresías varias. De los que hacen su agosto y se disponen a recoger beneficios. Y te martillea qué será de los de abajo, de los tullidos, de los sin techo, de los enfermos, de los pobres de la tierra. Y me pregunto si, la clase media (porque clases siguen existiendo), ha hecho méritos para encontrarse en esta situación. No porque dejen dejen de ser unos asalariados con más o menos nivel de fortuna, sino por creérselo, y abrazar lo inabarcable. De forma, digo, que aquí estoy. Con el tema. Reconozco que me ha sido imposible, mentalmente, pensar en otro asunto para esta columna. Me he dicho: ¿a quién le podría interesar en estos momentos? Al fin y al cabo, ejerceré mejor o peor de columnista, pero no llego a ser un intelectual pensante ofreciendo conclusiones reconfortantes y alternativas. Y alguna teoría que podría aportar, asumida en parte de otros, me causaría más problemas.

El Capitalismo, desde que se le identificó (y no fue a través del microscopio), ha necesitado, cíclicamente, de crisis extremas para recoger beneficios, liquidarse un número determinado de seres sobre la tierra, recomponerse y adaptarse (porque la vida se desarrolla, y es dinámica). Una veces creadas exprofeso, y otras subiéndose al carro desde la mejor posición posible. Cada vez se suceden más rápido. Pasa menos tiempo de una a otra. Pareciera que tiene dificultades. Que vivimos en una burbuja, creada, en donde las relaciones económicas son un bluf, algo artificial, gigante con pies de barro a punto de caer. Pero nos aboca a ello. Tradicionalmente lo ha llevado a cabo con guerras convencionales mundiales y la destrucción que suponían. Su reconstrucción era fuente de negocio, y para ellos, era el resurgir y el triunfo.

Pues bien. Sin saber a ciencia cierta desde dónde, cómo, el porqué, ha surgido ese ser tan diminuto del que tanto se habla y que tanto temor infunde, corren toda suerte de teorías (al gusto) que estos días circulan por las redes de manera ineludible. ¿Cuál es la más fundamentada, y creíble? ¿Cuál la más abominable? Deberes para el más “sabío”. Lo real es que nos encontramos en prisión provisional (no todas las cárceles están resultando iguales), sin darnos el sol, sin mirarnos a los ojos, sin olernos ni gustarnos; obedientes, aplaudidores y agradecidos. ¿Solidarios? ¡Quién nos lo iba a decir! Nos están ahorrando, eso sí, bochornos como “la mesa del diálogo”, las tractoradas, los vetos parentales (aunque no nos podamos librar de sus mentores), las elecciones autonómicas...; para centrarnos en el rezo para que no nos toque y, sobre todo, cómo vamos a salir de ésta individualmente porque, colectivamente, está verde la cosa. Habrá que estar atentos a ver, no ya a cómo se sale de esta (cómo nos van a dejar salir), sino a comprobar qué hemos aprendido de ello. Si vamos a defender lo público frente a lo privado, lo colectivo sobre lo individual, la libertad frente a la seguridad. Si vamos a votar a los mismos, o a ninguno. Si nos vamos a implicar más y mejor, o vamos a seguir en las mismas. Quizá, el primer día en que se levante el confinamiento se llenaran los bares, los depósitos de gasolina, las playas, la tiendas de marcas, y aquí no habrá pasado nada. Hasta el próximo bichito.

¿Y en dónde están ahora mismo “Ellos”, los ricos, “los mil millonarios” que cuantificaba en días pasados el exPresidente de Uruguay, Sr. Mújica? Tal vez asegurando su supervivencia, y en el peor de los casos, tramando en cómo abandonar el barco. Lo contaba, allá por agosto de 2018, Douglas Rushkoff (para saber, se puede teclear su nombre, cómo no, en Google). Estaban preocupados, y querían saber: sobre el futuro de la tecnología. Quizá estaban esperando “el Acontecimiento”, eufemismo de “colapso”. Y en su capacidad de huida. Los Zuckerberg, Bezos, Thiel, Musk, Bill, Amancio. No sé si la señal de partida es un virus surgido de forma “natural”, evolucionado, creado mediante manipulación con intención...Se me escapa. Sólo sé que NO SOMOS NADIE. Aunque juntos, los de abajo, podríamos darle un vuelco a la situación.


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