Relato social

Viernes, 03 Abril 2020 19:07

El 31 de marzo, con puntualidad germánica, la Seguridad Social descontó a todos los autónomos la cuota del mes. En el municipio de Sagunto había en febrero 3.347 cotizantes en el régimen especial de autónomos y 3.261.729 en España. Veremos como quedan las cifras después del primer golpe. Sin embargo, este importante colectivo también está afectado por la declaración del estado de alerta/excepción desde que fue decretado, es decir, durante la última mitad de marzo.

El mismo día que el Gobierno pasaba el recibo a los autónomos, se celebraba un Consejo de Ministros donde se aprobaba un paquete de medidas sociales. De esta manera, los grandes medios de comunicación se hacían eco, con riqueza tipográfica, de que el Gobierno daba vía libre a un plan social para los más vulnerables y ayudas para inquilinos, autónomos y pymes. Pero cuando lees la letra pequeña, percibes con claridad que las ayudas a los autónomos y las pymes, por ejemplo, no son lo que parecen. Eso sí, posibilitan que la propaganda oficial construya un relato social más ficticio que real.

Las pequeñas empresas, que son las que realmente generan el grueso del empleo en este país, se han tenido que comer con patatas el pago de la nómina de los trabajadores y las cuotas a la Seguridad Social durante el tiempo de ‘hibernación’. Entretanto, las grandes compañías han trasladado las cargas laborales al Estado a través de los ERTES, ahorrándose, además, entre el 75 y el 100% de las cotizaciones sociales. Cómo cambia el cuento, ¿verdad? Es cierto que la micro empresa también podría haber presentado su ERTE, pero no todas disponen de los mecanismos y agilidad necesaria para ello.

Desde la derecha, se acusa al Gobierno nacional de estar influenciado por las políticas social comunistas bolivarianas de Unidas Podemos, pero los hechos acreditan que la línea social liberal domina el ejecutivo, eso sí, con la construcción de un relato que parece más social, pero que en la práctica no lo es tanto. Que nadie lo dude, los más desfavorecidos, que en este país se cuentan por cientos de miles, las van a pasar moradas.

Entretanto, como ya decía la semana pasada, seguimos sin recibir señales desde Europa. Los países del sur volveremos a pagar el pato en esta nueva crisis, como ya ocurrió en 2008. De una UE que, para ponerse de acuerdo en algo tan simple como ajustar el huso horario, necesita dos años, tampoco se pueden esperar soluciones rápidas y eficaces. Es obvio que son lentos de reflejos y si ante situaciones de verdadera emergencia sanitaria su respuesta es plana, no sé por qué seguimos perteneciendo a un club donde solo nos quieren para humillarnos y exprimirnos como a limones mediterráneos.


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