Días de crisis

Viernes, 27 Marzo 2020 19:07

Estos días que toca estar en casa, dan mucho de sí para leer, escribir y ver, entre otras cosas, los comentarios que la gente puede arrojar sobre las redes sociales. Y siento decirlo, pero a veces me da vergüenza ajena ver lo que se puede llegar a comentar en una situación como la que estamos atravesando. Habría que ver lo que hacía el gobierno si fuera de otro color distinto al que hay. Los que tenemos un poco de memoria recordamos lo que se hizo en tiempos pasados frente a determinadas crisis que no eran, ni parecidas, a esta que ahora nos asola. Creo que ahora nos toca apechugar a cada uno con nuestra responsabilidad como ciudadanos y dejar a un lado los comentarios vacuos, y cuando todo esto haya pasado, ver lo que no se ha hecho bien y objetar, o reprochar, sobre aquello que no ha sido lo más idóneo.

Es muy fácil decir, cuando alguien critica, por ejemplo, todo lo que se desvió en su día de la sanidad pública a la privada, o lo que se desvió para la financiación de las campañas electorales de determinados partidos, que por salud democrática no voy a nombrar, aunque todos sabemos a quién me refiero, como digo, es muy fácil decir: «ahora no toca hablar de eso, ahora lo que toca es remar todos en la misma dirección para que esta crisis pase lo antes posible»; pero esos mismos apóstoles de la «verdad», que quieren ocultar las miserias de sus partidos y lo mal que lo hicieron en un pasado, después sí que se atreven a criticar, antes de hora, lo que el gobierno está haciendo mal (según su criterio, claro), cuando esta es una situación nueva, en la que muchas veces hay que improvisar sobre la marcha, y lógicamente, eso supone el que se puedan cometer ciertos errores, y no estoy justificando lo injustificable sino lo que me parece más lógico.

Si ahora nos toca quedarnos en casa, eso es lo que debemos hacer los ciudadanos de a pie, y no hablar de lo que tienen que hacer los demás, para después hacer nosotros lo contrario de lo que estamos predicando, y en cuanto se presenta la más mínima ocasión salir despavoridos de nuestra ciudad, como hacen las ratas cuando se hunde el barco, sin respetar nada de lo marcado por el bien común; y no hay que irse muy lejos para poner un par de ejemplos claros: Carolina Bescansa ha huido a su segunda vivienda en Vilanova de Arousa, demostrando el ejemplo que dan los políticos. Pero en el extremo opuesto tenemos a Aznar, un ex presidente del gobierno, que debería dar más ejemplo que nadie, y está ahí, en su mansión de Marbella, a donde ha desertado, arrastrando con él a varios policías nacionales como guardaespaldas, cuando esos policías, seguramente, estarían haciendo un favor mucho mayor a la población, si estuvieran en sus puestos habituales, que custodiando a una persona que cuando bebe una copa de más es capaz de decir que quién es el Gobierno, o quién es la Jefatura de Tráfico, para decirle a él que no coja el coche si ha bebido un poco. En fin, si una persona de esa catadura moral, que nos ha representado, es capaz de decir eso, no me extraña nada que la gente que le apoya sea capaz de insultar de una manera despiadada y de criticar lo que otros hacen o dicen sin haber reflexionado antes ni un segundo.

Pero no merece la pena extenderse más en ello, no merece la pena perder más el tiempo hablando de alguien que se ha creído siempre por encima del bien y del mal. Cumplamos, simplemente, con nuestra obligación, quedémonos en casa para no coger ni transmitir el virus, y esperemos que esto pase lo antes posible y todo vuelva a la normalidad, porque el tiempo y la historia ya juzgan la actuación de cada uno, sobre todo la de aquellos con cierta relevancia.


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